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NATURALISTAS EN LA SERRANÍA DE RONDA: Pablo Prolongo.

Andrés Rodríguez González Diciembre 26th, 2020

NATURALISTAS EN LA SERRANÍA DE RONDA

Pablo Prolongo. 

Nació en Málaga el 28 de Mayo de 1.806 y murió en nuestra ciudad el 13 de Junio de 1.885. Hijo de Juan Prolongo y Francisca García, una familia acomodada dedicada al comercio.

Hace sus estudios en el Seminario de Málaga hasta 1823, cuando entró como aprendiz en la farmacia de Félix Haenseler. Dos años después se desplaza a Madrid donde realiza estudia en la Universidad Central. En 1828, obtuvo el título de Bachiller en Artes, siguiendo al mismo tiempo cursos de Botánica, Zoología y Mineralogía en el Museo de Historia Natural. También realiza estudios de Química.  En 1830 alcanza el grado de Bachiller en Farmacia y poco después obtiene el título de Licenciado. Regresa de Madrid en 1832, durante esos años, recomendado por Félix Haenseler,  es habitual su presencia en el Jardín Botánico de Madrid y en el Museo de Historia Natural y establece sólidos contactos con Simón de Rojas Clemente Rubio y a Mariano Lagasca.

Una vez regresa a la ciudad de Málaga, establece una Botica en la calle Salinas esquina a la de San Bernardo el Viejo, donde se crea un prestigioso núcleo de conocimiento científico con el que contactan importantes botánicos europeos, como De Candolle y su alumno Boissier. En el año 1.839, E. Boissier vino a España, para realizar su trabajo de herborización del sur de la Península, es acompañado en Málaga por Pablo Prolongo y Félix Haenseler, con toda seguridad, le informaron de sus amplias herborizaciones en la provincia  y en todo el sur de Andalucía, incluido Gibraltar. Otros científicos importantes con los que Prolongo mantuvo contactos fueron Willkomm y Kelaart. Por dos veces Prolongo opositó a profesor de la Universidad Central de Madrid sin éxito.

En 1849 fue nombrado socio de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid. En 1853 fue nombrado socio de mérito de la Sociedad Económica Amigos del País de Málaga. En 1862 obtuvo el grado de Doctor en Ciencias, después ocupó la Cátedra de Física en el Instituto General y Técnico de Málaga. En el año 1.872 se produjo un hito importantísimo en el que Prolongo participo activamente, fue la fundación en compañía de D. Domingo Orueta y Aguirre de “La Sociedad Malagueña de Ciencias Físicas y Naturales”, una institución en la que abundaban los farmacéuticos, que suplió durante muchos años la falta de cultura científica de nuestra ciudad, a falta de Universidad, que  fue creada en Málaga en 1.972. Fue nombrado presidente honorario perpetuo de la Sociedad Malagueña de Ciencias en 1874, posteriormente, en 1884, fue elegido su presidente. En 1.878 fundó el “Colegio Oficial de Farmacéutico de Málaga”.

Además de investigaciones botánicas de conocimiento puramente científico, realizó múltiples estudios de botánica aplicada y otros que demuestran sus preocupaciones sociales para conseguir mejorar la calidad de vida de sus paisanos. Por ejemplo, en 1850 estudio la microscopia de los parásitos de la vid en la Axarquía, en 1854, durante la epidemia de cólera que arrasó la ciudad de Málaga, aporto soluciones eficaces y económicas al problema de la desinfección y en 1884 dirigió la comisión nombrada al efecto por la Sociedad Malagueña de Ciencias. Cuando en el año 1.878, la Filoxera invadió las vidas malagueñas, descubrió la causa de la enfermedad y propuso soluciones para atajarla, pero la mala gestión de los viticultores, derivada de su avarición, impidió que la plaga fuera atajada. Pablo Prolongo fue el primero en preparar cloroformo en Málaga, lo que suponía abandonar el peligroso éter en la anestesia. Prueba de su calidad humana es que cuidó los últimos años de su vida de su maestro y mentor, Felix Haenseler, aquejado de una dura y cruel enfermedad.

En 1868 uno de los incendios provocados durante la llamada “Revolución Gloriosa” arrasó su farmacia y domicilio por de 1.868, destruyendo también su biblioteca, y, sin duda, trabajos científicos no publicados.  Trasladó la farmacia a la calle Puerta del Mar nº 2, esquina a calle Martínez. Establecimiento que mantuvo abierto hasta 1882, cuando comenzó a padecer una enfermedad que le impedía caminar.

D. Pablo Prolongo falleció en la ciudad de Málaga el 13 de Junio de 1.885.

Obras de Pablo Prolongo.- Historia de los copos de azufre que salen mezclados con las aguas del manantial de Carratraca (Sulfuraria Caratraquensis), Málaga, 1874; Aguas de los Pozos de Málaga, Málaga, 1875; Monstruosidades del género Citrus y caracteres de este fruto, Málaga, 1875; con M. Casado, R. Larios y F. Mitjana, Dictamen de la Comisión sobre el proyecto de un jardín de aclimatación (ms), Málaga, 1878; con A. Prolongo, D. de Orueta L. Parody, A. Álvarez de Linera y E. J. Navarro, Propuestas para un plan higiénico contra el cólera, Las Noticias (Málaga), 1884.

Bibliografía

ALCOBENDAS, MIGUEL, Málaga, personajes en su historia. Málaga, Arguval, 1986.

CUEVAS, CRISTÓBAL, Diccionarios de escritores de Málaga y su provincia. Madrid, Ed. Castalia, 2002.

LAZA PALACIOS, MODESTO, El laboratorio de Celestina, Málaga, edita Instituto de Cultura de la Exma. Diputación de Málaga, 1958.

PÉREZ-RUBIN, JUAN, “El naturalista y farmacéutico germano-español Felix Haenseler Jeger (1780-1841) en la Málaga de su época”, Acta Botánica Malacitana tomo 37, 2012, pp. 141-162

RICO VÁZQUEZ, CARMEN, “Modesto Laza Palacios”, Revista Gibralfaro, nº 72, Mayo-Junio 2011.

http://dbe.rah.es/biografias/27278/pablo-prolongo-garcia

https://icofma.es/

ÁRBOLES NOTABLES DE LA SERRANIA DE RONDA Fresno de La Pasá de Gibraltar. Descripción

Andrés Rodríguez González Diciembre 5th, 2020

ÁRBOLES NOTABLES DE LA SERRANIA DE RONDA

Fresno de La Pasá de Gibraltar. Descripción

Andrés Rodríguez González y Juan Carlos Guerrero Gómez

Fraxinus angustifolia 

Familia Oleáceas

El fresno ha sido un árbol reconocido y respetado en el mundo rural y también en la Serranía

Poseen los fresnos un bello tronco de corteza gris con gruesas grietas, ramas erguidas, hojas caedizas en invierno dispuestas en pares con forma de lanza, flores que aparecen al comienzo de primavera antes de echar las hojas  y fruto aplastado con un ala que facilita su diseminación.

Es valorado como árbol ornamental, también se agradece la fresca sombra que aporta en los rigores del verano, crecen en la cercanía a zonas de humedad como cursos de agua o manantiales, su madera es resistente y elástica, fácil de trabajar, se emplea en ebanistería, muebles, embarcaciones, mangos de herramientas  por qué aguanta bien los golpes, antiguamente se usaba también para fabricar carretas. Se valoraba la buena leña y carbón que producía y que sus hojas eran codiciadas para alimentar el ganado. La corteza se ha usado en medicina popular como tónica y contra la fiebre, las hojas tomadas en infusión, se han utilizado para combatir la gota y la artritis, también se le atribuye propiedades diuréticas y antirreumáticas.

Relativamente abundante en la Serranía en tiempos pasados sus características botánicas serán analizadas con más detalle en otros fresnos notables en futuros capítulos de esta colección.

Este ejemplar de fresno seleccionado como Árbol Notable de la Serranía ha sido elegido por su relación con el mundo agrícola, ganadero y de cosarios, estraperlistas y matuteras al estar situado en la Cañada Real del Campo de Gibraltar, en las inmediaciones de la vía del tren Algeciras Bobadilla que limita el Parque Natural Sierra de Grazalema pero dentro de él.

La zona donde se ubica se la conoce popularmente como La Indiana. Cuando el gran agrónomo Simón de Rojas Clemente Rubio se desplazó entre los años 1.804  y 1.809 por estos lugares para elaborar su Historia Natural del Reino de Granada (que nunca pudo terminar), dejo escrito que una de las cosas que más le llamó la atención fueron las más de setecientas huertas que existan en La Indiana.

Existen numerosas fuentes y surgimientos en la ladera, muy cerca de nuestro fresno está la  fuente de Los Chozones, a unos centenares de metros se ve el Cortijo del mismo nombre  y en las proximidades de un nacimiento de agua denominado Fuente del Pajarero muy cerca de un lugar de referencia que da nombre a toda la zona cercana, la denominada “Pasá de Gibraltar”, un antiguo vado que permitía superar el río Guadiaro.

Cuentan que este fresno servía como punto de referencia para que las matuteras y estraperlistas arrojaran los materiales con los que traficaban  y que traían en los trenes que circulaban entre el Campo de Gibraltar y Ronda. Antes de llegar a la Estación de Arriate donde se subían los guardias civiles para hacer registros mientras los trenes ascendían trabajosa y lentamente hasta la estación de Ronda.

Por encima del Fresno, a  media ladera, discurre el” Camino Viejo de Montejaque” que por la Ermita de la Escariguela llega a ese pueblo después de una dura subida, más hacia la montaña está el cortijo de La Estacá donde hubo un molino de aceite que utilizaba la fuerza motriz de un surgimiento de agua y, sobre todo, la fuerza motriz que generaba  el brusco descenso de las aguas de un pequeño torrente, desde el Cortijo de La Estacá baja un camino hasta el Cortijo de los Chozones y en nuestro fresno se une a la Cañada Real. El uso de ese camino genero que se abandonara parte del trazado del Camino Viejo que necesario recuperar por parte del Parque Natural hace unos 10 años.

Bajo la sombra del Fresno de la Pasá de Gibraltar han vivido los pastores y arrieros muchas horas, su agrietado tronco seguro conserva el eco de las miles de historias compartidas buscando la frescura  del árbol, mientras las hojas servían para alimentar a las ovejas y cabras que por la ribera del río pastaban.

El oficio de “Cosario o Cosaria” (llamados así por qué llevaban y traían cosas) en Montejaque, solía ser practicado por mujeres. Las últimas en ese pueblo fueron Isabel la Escalera y Anita.

Una vez por semana venían desde Montejaque a Ronda a recoger los pedidos que les hacían en el pueblo, el modo de hacer los encargos era siempre el mismo, detrás de la puerta de sus casas, que en Montejaque como en todos los pueblos permanecían abiertas todo el día, había colocada una mesa de madera, ahí se ponía un papelito con el nombre de la persona y el encargo o “mandao” que necesitaba, encima del papelito debían poner un “duro”. Cuentan que cuando la “Cosaria” entraba en su casa, soplaba sobre la mesa y todo encargo que no estuviera “asegurado” por el “duro”, se  volaba. Las cosarias pasaban todo el día en Ronda acumulando las compras, ya por la tarde, cargaban en los serones de sus burros los encargos y tomaban la Cañada Real del Campo de Gibraltar hasta el Fresno de la Pasá de Gibraltar, luego el camino del cortijo de los Chozones hacia La Estacá para retomar el Camino Viejo de Montejaque, después de la subida a la Ermita de la Virgen de la Escariguela llegaban hasta su pueblo. Luego comenzaba el repartimientos de “cosas” y la aclaración de cuentas con los que le habían dejado papelito con su nombre, “las cosas a comprar” y el “duro”, para los otros,  los que no habían asegurado el papelito con el “duro” la respuesta era siempre la misma “lo tuyo no estaba en los encargos, se volaría el papel”. El único hombre que ejerció el oficio de Cosario en épocas más recientes fue Joseito el Cabrero, del que cuentan que tenía tan acostumbrado a su mulo a hacer el viaje de regreso que aprovechaba para dormirse la siesta, encaramado en lo alto del serón lleno de “cosas”.

Agradecemos las aportaciones de Ronda Gráfica a través de Manuel Perujo  con información y mapas y de Andrés Albarracín y sus padres con sus comentarios, informaciones y anécdotas sobre las Cosarias, La Indiana y Montejaque.

 

Otros Naturalistas en la Serranía de Ronda. A. Barbey

Andrés Rodríguez González Julio 10th, 2018

Otros Naturalistas en la Serranía de Ronda.

A. Barbey

 La amputada década de los años 30 del siglo pasado supuso un gran desarrollo en la protección medioambiental de Andalucía en general y particularmente de la Serranía de Ronda.

Historicamente la visita de Barbey se enmarca en el final del reinado de Alfonso XIII y la Dictadura de Primo de Rivera, son “los años veinte” y  la “belle epoque”, un periodo de crecimiento económico en el que se tradujo en Andalucía algunos avances sociales como las comunicaciones, la educación pública o las primeras obras hidráulicas de cierta importancia como el Embalse de Montejaque construido entre 1930 – 1933. Pero con un efecto negativo muy importante, crecen considerablemente las cabañas ganaderas, en nuestra comarca vuelven a aumentar  especialmente las de caprino y ovino, que ramonean intensamente a sus anchas en las zonas montañosas, precisamente en los montes donde se desarrollan los pinsapos. En contraposición, la llegada de Boissier coincidió con uno de los periodos catastróficos en lo social, económico y medioambiental que han asolado España reiteramente.

En los años veinte y comienzos de los treinta se sentaron las bases de las políticas de protección que en las últimas decenas de años de la época actual se tradujeron en la amplia red de Espacios Protegidos que existe en la comarca y en Andalucía. Y no quiero decir con eso que yo me dé por satisfecho con lo que ahora existe; es necesario avanzar más sobre todo con los retos que el cambio climático nos  está planteando, concretamente como afecta a la conservación de nuestra joya botánica por excelencia: El Pinsapo.

En aquella época gloriosa para la protección ambiental de los referidos años treinta se publicaron diversos materiales que reactivaron el interés por la conservación delmedio. Precisamente unos años antes, la comarca de la Serranía de Ronda,  había levantado un gran interés en el ámbito científico y cultural con personajes como Simón de Rojas Clemente Rubio, Lagasca, Cavanilles, Charles E. Boissier, Antonio Laynez,  entre otros. En esos años treinta se publican artículos científicos fundamentales como los de Cuatrecasas y libros muy importantes como los de de Luis Ceballos sobre la vegetación forestal de las provincias de Cádiz y Málaga, para la primera provincia citada, escribió en colaboración con Manuel Martín Bolaños y para la provincia malagueña con Carlos Vicioso.

En 1931 se publica en Paris un libro fundamental titulado “A travers les forêts de Pinsapo d´Andalousie”, tal vez, a causa de que no fue traducido hasta muchos años después, es bastante desconocido incluso para el público iniciado en temas científicos o naturalistas de la Serranía. Es posible que el nombre de su autor A. Barbey,  no nos diga nada, pero si los europeos tuvieran la costumbre  tan española de respetar el apellido de las madres y colocarlo como segundo apellido, este señor desconocido ya sería otra cosa, porque su segundo apellido es “Boissier”. Efectivamente, fue nieto del descubridor científico del pinsapo. Y un nieto orgulloso y apasionado de su abuelo como demuestran las palabras escritas por él al comenzar la redacción de su obra a la que subtitula “Homenaje a mi abuelo”; también las continuas y cariñosas referencias que a su abuelo hace a lo largo de su obra, producto de que emprendiera una especie de viaje homenaje a Boissier que le llevó a los terrenos que su abuelo visitó e incluso a Grazalema, donde nunca llegó el famoso descubridor del pinsapo.

Barbey viene a la Serranía de Ronda siguiendo los pasos de su abuelo, pero no ese el único interés que le atrae, el autor del libro es especialista en Entomología, la ciencia que estudia los insectos; busca entrar en contacto con Manuel Aulló Costilla, director del Laboratorio de Fauna Forestal Española, Piscicultura y Ornitología, padre y primer presidente de la Sociedad Española de Ornitología. A este personaje dedica un insecto que descubre en los bosques de pinsapo, la Dioryctria aulloi, una mariposa parásita de nuestros abetos.

Como otros científicos de la época, Barbey es un hombre de ciencia muy completo, no sólo se preocupa por los insectos, o por la historia de su abuelo en la Serranía, también es un “forestal” importante. Comenta y se nota que le duele, los usos y abusos que del pinsapar se hace en la Andalucía de la época, la escasa consideración que de estos bosques se tiene traducida en un pastoreo excesivo que le obliga a hacer suya un frase de sus compañeros y amigos los científicos españoles Ceballos y Martín Bolaños cuando deja escrito en perfecto idioma español “son muchos los metros cúbicos de madera que las cabras han robado a los pinsapos”. Son las cabras, para Barbey, uno de los principales responsables del deterioro del pinsapar, su falta de continuidad y la ausencia de regeneración del bosque. Pero no sólo las acciones negativas de las cabras le preocupan, también la poda abusiva de ramas de los abetos para fabricar carbón, una práctica habitual y no sólo en los pinsapos, también en encinas y quejigos.  Además, en sus escritos, distingue perfectamente el carboneo anárquico y aniquilador que se realiza en los terrenos comunales de los Montes de Propios del Monte Pinsapar de la Sierra de Las Nieves, del “más regulado” que se practicaba en el pinsapar de Grazalema. Sin duda el que un monte fuera propiedad de la comunidad o de un particular influía poderosamente; desgraciadamente ya se sabe que el  carácter español castiga y esquilma las propiedades comunes  mientras los particulares cuidan lo propio. También analiza las causas naturales que dificultan el crecimiento y la regeneración del pinsapo como la sequía estival y los ataques de insectos, su conclusión es que si no se toman medidas urgentes para atenuar las agresiones humanas contra los pinsapos, estos bosques desaparecerían irremediablemente

Otras aportaciones importantes a resaltar son el aporte de fotografías que Barbey incluye en su libro, algunas han servido para comparar la evolución de los bosques de pinsapos desde su época a la actualidad y también los estudios que realiza sobre los insectos. No debemos  olvidar que Barbey fue un entomólogo de prestigio internacional autor de obras básicas de la materia como el “Traite d´Entomologie Forestière”, un estudio que mereció una mención especial de la Academia de Ciencias de Francia.

En el libro “A través de los Bosques de Pinsapo de Andalucía” despierta una especial emoción  el capítulo dedicado a Boissier y que lleva  por título “Homenaje a mi abuelo”; el autor aporta numerosas referencias personales y detalles enternecedores sobre la vida, el caracter, los viajes y los trabajos de Edmond Charles Boissier. Después Barbey describe los macizos montañosos con pinsapos y las poblaciones de la Sierra de Las Nieves, la Nava de S. Luis y la Sierra del Pinar en un extenso y documentado capítulo para el que, sin duda, le asesoraron Luis Ceballos y Carlos Vicioso.

En las conclusiones de su libro se encuentran propuestas tan contundentes como “el único medio, el más urgente, el más fácilmente realizable para asegurar la salvaguarda del pinsapar es alejar los rebaños casi nómadas de cabras, en cualquier caso más numerosos en las Sierras de Ronda”. También expresa el deseo de “crear, lo antes posible, en las Sierras Andaluzas, reservas forestales…”, y continúa “…es el deseo sincero que formula el nieto de Edmond Boissier, naturalista apasionado de la flora española”.

Sin duda un nieto que sería el orgullo de su abuelo, el gran Boissier y que contribuyo con su difcusión a la posterior llegada de la protección en forma de Espacios Naturales Protegidos para los pinsapares.

 

Bibliografía

A través de los bosques de pinsapo de Andalucía. “A travers les forêts de Pinsapo d´Andalousie”.  A. Barbey

Edita la Agencia de Medio Ambiente de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía.

Traducción de Fernando Díaz del Olmo sobre el libro original editado en Paris y en Gembloux en el año 1931

Sevilla 1996.

 

¿Quien descubrio el pinsapo, Boissier o Clemente Rubio?.

Andrés Rodríguez González Enero 5th, 2008

 Simón de Rojas Clemente Rubio ó Charles Edmond Boissier, ¿Quién fue el descubridor del Pinsapo?.

  Por Andrés Rodríguez González.

Según referencia bibliográfica de García Guardia (1), Simón de Rojas Clemente y Rubio perdió la herborización realizada en su “viaje por la Serranía de Ronda y de sus observaciones hechas en el reino de Sevilla en 1.807, 1.808 y 1.809…” como él, otros autores sobre flora andaluza recogen las palabras textuales del botánico más ilustre de comienzos del siglo XIX,  Mariano de Lagasca y Segura que sufrió la destrucción de “lo más selecto de mi herbario y biblioteca y lo que es más, todos mis manuscritos, fruto de treinta años de observaciones”(2). En efecto, la brutal represión desencadenada por Fernando VII en Madrid, extendió por toda España el ambiente antiliberal y anticientífico; en Sevilla el 13 de Junio de 1.810, las turbas arrojaron al río Guadalquivir casi todo el conocimiento botánico de la época en forma de herborizaciones y de notas científicas del gran Lagasca, pero, contrariamente a lo que se ha pensado durante doscientos años, el material de Simón de Rojas no desapareció en el Guadalquivir, ha permanecido donde se depositó, en el Real Jardín Botánico de Madrid. El error parte de las palabras de Lagasca que escribió “…Sevilla es el sepulcro de varias producciones útiles de ciencias naturales. Allí perdió Clemente el resultado de su viaje por la Serranía de Ronda…”. Desde entonces hasta el año 2.002, los investigadores han seguido estas palabras textualmente y se ha dado por desaparecido un material que estaba en el Archivo del Real Jardín Botánico de Madrid a disposición de quien quisiera estudiarlo, apilado en ocho gruesos tomos encuadernados en pergamino(3).

 

Es muy posible que en el Guadalquivir, además del material y las notas de Lagasca, también desapareciera un material conjunto que se sabe que estaban preparando Lagasca y Simón de Rojas y del que nunca se volvió a saber, (según Comunicación Personal de Antonio Gil Albarracin). 
Se ha pensado que la primera descripción del pinsapo la debió realizar Simón de Rojas en su viaje a la Serranía de Ronda y Grazalema en 1.809, así lo creen Calera y Montilla (4), en su estudio sobre el Pinsapar de Grazalema. Imposible que a una persona tan meticulosa, trabajadora y concienzuda como Simón de Rojas se le escapara la presencia de un árbol tan llamativo como el pinsapo. Calera y Montilla también citan en su trabajo que Simón de Rojas inicio en la materia al boticario malagueño Felix Haenseler que junto a su discípulo Pablo Prolongo, mostraron ramitas de pinsapo de sus herbarios a Boissier, cuando en 1.837  visitó Málaga.
¿Pero quien fue este casi desconocido Simón de Rojas Clemente Rubio (1.777-1.827)?.
Viajero incansable y científico emprendedor, gustaba de usar atuendos árabes, por lo que popularmente se le conocía como “el sabio moro”. Había nacido en Titaguas (Valencia) en una familia numerosa y modesta. Inicio estudios eclesiásticos en Castellón doctorándose en Filosofía y Teología en Valencia. Destacó por su inteligencia y su facilidad con las lenguas, llegó a dominar el griego, el árabe y el hebreo. Pronto abandonó la carrera eclesiástica y se orientó hacia la Historia Natural y la Botánica. Sus aficiones científicas se incrementaron cuando en 1.800 se instala en Madrid y entra en contacto con el Jardín Botánico. Con su discípulo de árabe Domingo Badia Lelich (de apodo Alí Bey) inicio un viaje por el sur de España, pronto el discípulo pasa al norte de Africa en un viaje de espionaje sufragado por Godoy, que, en compensación, encargó a Simón de Rojas que escribiera la Historia Natural del Reino de Granada, con especial atención a la explotación de los recursos naturales; el estudio lo inicio en 1.804 y continuo con diversos altibajos hasta 1.809; el trabajo que se debió publicar nunca fue terminado por avatares políticos y los cuadernos de campo elaborados detalladamente por Simón de Rojas han pasado a imprenta en el año 2.002.
En 1.805 Clemente Rubio fue nombrado bibliotecario del Real Jardín Botánico de Madrid, posteriormente se traslado a Andalucía para enseñar Agricultura en el “Jardín Experimental y de Aclimatación de La Paz”, creado en Sanlucar de Barrameda por Godoy y que fue destruido en la Guerra de la Independencia; entre 1.807 y 1.809 realizó estudios botánicos por las sierras de Sevilla, Málaga y la Serranía de Ronda. Estos diarios son los que se creía destruidos en Sevilla junto al material de Lagasca y han sido recuperados, estudiados y editados por Antonio Gil Albarracin (3).
El viaje por la Serranía de Ronda en 1809 lo inicia en Conil de la Frontera y concluye en Sevilla, tras haber pasado por lugares como Medina Sidonia, Alcalá de los Gazules, Ubrique, Benaocaz, Grazalema, Ronda, Yunquera, Carratraca, Álora, Cártama, Coín, Tolox, Júzcar, Cortes de la Frontera, Benaoján, Algodonales, El Coronil, y otros. Se incluyen descripciones extraordinarias y, como no podía ser de otro modo, escribe también de los pinsapos.
En estos cuadernos de viaje o de campo, son un modelo a la vez, de rigor y de frescura en las descripciones; en ellos, se aprecia una gran capacidad de trabajo, el uso de metodología científica en sus investigaciones con la consulta de toda la bibliografía existente y de los eruditos locales; describe las rocas, el magnetismo, la geografía, la minería, la agronomía, pero, además tomaba buena nota de la etnografía, la historia, las cuestiones sociales como el origen de la miseria de los pueblos y también, los modismos locales y hasta la estructura social. En general, todos los campos de conocimiento eran objeto de su curiosidad. Pero especialmente detalladas son las anotaciones botánicas que realizó. Su ritmo de trabajo era agotador, después de las marchas a lomos de caballerías, andando o escalando montañas, por la noche ordenaba el material recopilado para que nada de lo que había observado durante el día pudiera olvidársele.
Fue pionero en España en el empleo de la cámara oscura para el dibujo de paisaje directamente del natural. En el libro de Antonio Gil Albarracin se recogen algunos dibujos de la Serranía de Ronda, a destacar los de la Cueva del Gato, quizás estemos ante los dibujos de la cueva más antiguos de los que se tiene constancia.
En la cuestión que nos atañe, el pinsapo, encontramos varias referencias, entre las cuales se destacan las siguientes:
El día 28 de agosto de 1.809 visita los pozos de nieve de Grazalema, al describir las plantas del pico S. Cristobal, escribe textualmente: “El abeto, que es al árbol más común de entre todos ellos, llega hasta muy cerca de la cumbre”. Y más adelante “El pinsapo sólo sirve para tablas y vigas de casa y para leña” “El guarda sólo custodia el quejigo, el alcornoque y la encina”.
El 5 de septiembre de 1.809 marcha de Ronda a Tolox y la descripción del recorrido dedica un apartado bajo el nombre de “Abetos”  con el siguiente texto: “Entramos luego en el pinar en que hay algunos quejigos y todo lo demás pinsapos. Se parecen algo estos vistos a cierta distancia al ciprés por lo oscuro de su color y por su forma cónica, bien que el cono es de base más ancha y muy poco prolongado. Sus ramas salen casi horizontales y cuelgan por la punta arqueándose algo. Aquí se crían más altos (hasta más de 40 varas) que en el Pinar, al parecer por que a éstos del Pinar les cortan la guía de jóvenes para palas de hornos y otros usos, y los hay bastante gruesos. Uno de ellos, que llaman de las siete vigas, tiene en efecto siete ramas que suben muy altas y casi iguales muy perpendiculares, partiendo en cerco y con simetría alrededor del centro del tronco, que esta ileso; fenómeno hermoso que no deja de ser notable y que llama la atención cuantos pasan por este camino, hallándose por fortuna junto a él, a la izquierda, poco antes de llegar al Puertecillo de las Ánimas”. En sus Adiciones al libro clásico “Agricultura General” de Alonso de Herrera, también hace referencia a este monumental pinsapo.
En la Serranía de Ronda, tan sólo un monolito cerca del albergue de Tolox  sirve de homenaje a tan ilustre y, a la vez, olvidado, personaje (5).
Dos de sus obras, “Ensayo sobre las variedades de la vid común que vegetan en Andalucía” de 1.807 y “Ceres Hispanica”, ésta escrita conjuntamente con Lagasca, son consideradas entre los estudios de agronomía mas avanzados de su época.
Le toco vivir un periodo de la historia de España convulso y difícil, después de la Guerra de la Independencia fue desposeído de su trabajo en el Jardín Botánico y se exilio en su pueblo natal, sufrió la persecución de la Inquisición aunque no llegó a ser condenado, en el Trienio Liberal fue diputado a Cortes y de nuevo, el retorno del absolutismo le desposeyó de su trabajo hasta que en el último año y medio de su vida, de nuevo fue reintegrado a su trabajo y llegó a ser Director del Real Jardín Botánico.
A pesar de la época histórica que le tocó vivir, entre la ilustración y el absolutismo y en medio de una guerra, nunca dejó de investigar y trabajar, se le reconoció internacionalmente con varias distinciones y parte de sus obras agronómicas se tradujeron a varios idiomas.
Murió en Madrid el 27 de febrero de 1.827, sus restos se dan por perdidos ya que fueron depositados en una fosa común de un cementerio situado cerca de la Puerta de Toledo.
Poco más conocidos que Simón de Rojas son Haenseler y Prolongo. Felix Haenseler (1.766-1.841), de origen bávaro, ejerció de boticario en Carratraca, Estepona y Málaga. Reunió un interesante herbario y debió tener un prestigio considerable entre los botánicos de la época, a él acudió Boissier en su viaje a Andalucía. La atención y ayuda que Boissier encontró debió ser importante puesto que le dedicó algunas especies nuevas de plantas que descubrió. Otro mérito muy poco conocido de Haenseler es que describió por primera vez en Europa la presencia del meloncillo, fue en Estepona, donde vivió nueve años. En 1.823 entra como aprendiz en la farmacia el joven malagueño Pablo Prolongo (1.806-1.885) a quien Haenseler introduce en el mundo de la química y la botánica. Para ampliar estudios, Prolongo permanece en Madrid entre 1.825 y 1.832 allí obtiene los títulos de bachiller y licenciado en farmacia, además de realizar estudios de zoología, botánica y mineralogía en el Museo de Historia Natural.
Ya establecido en su ciudad natal, Prolongo abrió una botica en la malagueña calle Salinas que se convirtió en un autentico centro de sabiduría. Se dedicó a herborizar la flora de la provincia de Málaga junto a su maestro Haenseler, pero su actividad no se limitó al estudio de las plantas, aportó soluciones eficaces en la epidemia de cólera de 1.854, también el problema de los parásitos en las vides fue estudiado por él, aconsejando el uso de azufre en los tratamientos. Prolongo fue el primer boticario en preparar en Málaga cloroformo. De su obra escrita sólo se conserva un estudio sobre las aguas del manantial de Carratraca y otro sobre las malformaciones de los cítricos. Aunque reconocido en su tiempo como socio en varias Academias y Sociedades científicas, hoy, apenas se le recuerda como precursor en el descubrimiento del pinsapo. Hace unos años se pusieron en contacto con este autor descendientes de Prolongo que viven en Argentina con el propósito de organizar un homenaje o reconocimiento a tan interesante personaje.
 Como ya he comentado con anterioridad, muy relacionado con Haenseler y Prolongo se encuentra Charles E. Boissier (1.810-1.885). En la época en la que el llega, España esta casi absolutamente inexplorada botánicamente hablando y lo poco que se conocía había sido destruido como con el caso Lagasca o almacenado sin más como el material de Simón de Rojas, dos ejemplos de la torpeza y miopía política de la que se ha hecho gala en este país. Con esta situación y la importancia de sus descubrimientos, no es de extrañar  que a Boissier, se le considere como el padre de la botánica andaluza.

 Uno de los motivos por los que Boissier vino a Andalucía era la investigación ya que las posibilidades de descubrir nuevas especies en Europa estaban muy agotadas, pero también la visión romántica que otros viajeros habían trasmitido en Europa (6); efectivamente, el ginebrelino Boissier, forma parte de un grupo de científicos y viajeros que atraídos por la Andalucía y las posibilidades de nuevas descripciones de especies, viajan a nuestra región (7). Por fortuna, actualmente se sabe mucho más de este personaje que hace unos años cuando, sólo unos pocos afortunados conocían su extraordinario trabajo (8).
Por su nieto Auguste Barbey (9) conocemos la excepcional personalidad de Boissier; en su libro, “A travers les forêts de pinsapo d´Anadalusie”, traducido en el año 1.996, nos muestra a un científico cariñoso y entrañable que poseía una extraordinaria capacidad de observación y sólidos conocimientos botánicos, un sabio alegre, sociable, que reía casi siempre, animoso, abierto a todo el mundo, en sus viajes infundía fuerza física y moral a sus acompañantes, pero a la vez, era persona de extraordinaria modestia e indulgencia. Todo ello retratado por Barbey con extraordinario cariño y devoción.
Boissier fue un incansable viajero que recorrió España, Argelia, Grecia, Egipto, Siria y Australia. Había sido discípulo de botánicos insignes como De Candolle en Ginebra y de Philip Barker Webb en París, este último había recorrido Andalucía en 1.827; sin duda animado por él, preparó metódicamente su viaje, estudiando todos los detalles y aprendiendo español. Tal vez su maestro en París le había aconsejado la búsqueda del abeto andaluz.

 

Recreación del viaje de Boissier para una serie de Televisión Española, el autor del artículo representa al personaje.
Su experiencia botánica en Andalucía se tradujo en la publicación de cinco obras pero sin duda, la aportación más importante de Boissier al conocimiento botánico fue “Voyage botanique dans la midi de l Espagne pendans l annne 1.837” publicado en París en un formato de dos volúmenes, espléndida obra de gran belleza, acompañada de geniales láminas dibujadas por M. Heyland, donde se la que muestra con rigor y detalle los acontecimientos de su viaje, además, describe 1.900 plantas de las cuales 236 se dieron a conocer por primera vez para la ciencia.
En 1.837 llega a Motril, y por caminos costeros continua hasta Málaga, donde contacta con Pablo Prolongo y Félix Haenseler, los dos farmacéuticos malagueños que con su colaboración entusiasta y desinteresada le mostraron sus herbarios en los que vio por primera vez ramas y acículas de pinsapo. El día 11 de mayo sube a la sierra de Mijas y continua hasta Estepona para buscar, el pino o abeto cuyas ramitas le habían enseñado los farmacéuticos malagueños, en Sierra Bermeja pudo ver los pinsapos pero no vio ninguna piña, por lo tanto no podía describir la especie ni tan siquiera el género de aquel curioso árbol al que los lugareños llamaban “Pinsapo” o “Pinzapo”. Desde Estepona se dirige a Ronda con la idea fundamental de conocer la belleza de la ciudad de la que le habían hablado y su famosa Feria de Mayo. Desde Ronda marcha a Gibraltar y de nuevo regresa a Málaga donde descansa y ordena su material, de nuevo se pone en marcha herboriza en Sierra Tejeda antes de llegar a Granada. A lo largo de 16 días realiza su esforzado trabajo en Sierra Nevada, tan sólo al alcance de montañeros con experiencia y con gran fortaleza y absolutamente entusiasta en su misión botánica. Desde Granada, ya a finales de septiembre, se encaminó de nuevo a Málaga y se sube ahora a la Sierra de Las Nieves para tratar de identificar científicamente el pinsapo, tiene la suerte de hallar árboles con piñas, ya puede definir el género y la especie como “Abies pinsapo”, tiene el detalle de mantener el nombre popular, cualquier científico engreído le hubiera puesto su nombre propio. A principios de octubre parte a Cádiz y por Sevilla y Madrid se dirige a su país.
Sus descripciones son un modelo de rigor científico, un ejemplo de literatura histórica y de calidad literaria. Recoge gran cantidad de anécdotas ligadas a lo extraño que resultaba en los pueblos andaluces la presencia de un extranjero que se pudiera dedicar sólo a estudiar y recolectar plantas. A veces le confundieron con espía, otras por buscador de oro, hasta una familia de Trevelez le confundió con un pariente que, quince años antes, había emigrado a América. Pocos autores extranjeros han descrito una corrida de toros en la plaza de Ronda tan bien documentada, la vida de la ciudad en fiestas, el folklore popular, la vida en las posadas, su relación con los lugareños con tanta perfección, detalles y cariño como Boissier. 
El estudio detallado del libro “Voyage botanique dans la midi…” sale de los objetivos de este artículo pero dos pasajes creo deben ser comentados con detalle.
Uno es la descripción de la corrida de toros a la que asistió en Ronda. Después de analizar con detenimiento la plaza y el público asistente se centra en el propio espectáculo, los atuendos y la lidia, utiliza expresiones en castellano cuando son necesarias y termina, como buen extranjero, con las siguientes palabras: “En Ronda teníamos como matador de toros al célebre Montes, la primera espada de España y la gloria de la tauromaquia; su fama había contribuido poderosamente a atraer a la corrida una afluencia considerable de gente y aquella tarde acabó con todos los toros que tenía que lidiar con una rara destreza y con el fragor de unos aplausos frenéticos. Seis toros y una docena de caballos perecieron en esta función que duró más de tres horas, el público se retiró, cada uno discutiendo, tomando partido por el mérito de uno u otro combatiente. Ni un solo torero fue herido, casi podría decir que lo sentí por lo odioso y cobarde que encontraba este combate tan desigual entre un grupo de hombres aguerridos y avezados que apenas se exponen, y un desgraciado animal irresistiblemente condenado a muerte y torturado a fuego lento.”
La descripción del descubrimiento del pinsapo es, para mi, el punto central de toda la obra. Acompañado por Prolongo y Haenseler en otoño sube a la Sierra de La Nieve pasando por Cartama, Casarabonela, Alozaina y Yunquera, desde allí se encaminan al Convento de Nuestra Señora de Las Nieves. Por las descripciones que hace se puede deducir que la vegetación arbórea estaba bastante esquilmada, sin duda, por las talas realizadas, años atrás, para alimentar los altos hornos de galena antimonial de las minas de S. Eulogio, muy próximas al convento.
Sin duda es mejor utilizar sus propias palabras para describir el momento en que localiza su objetivo: “El guía nos mostró desde lejos el primer pinsapo. Dando gritos de alegría corrimos llenos de emoción, pero, desgraciadamente, el árbol no tenía fruto. Un segundo, un tercer, me dan falsas esperanzas sucesivamente. Al fin, soy lo bastante afortunado como para encontrar uno, cuyas ramas superiores están cargadas de piñas tiesas. Nos apresuramos a trepar para cogerlas, y ya no nos queda duda sobre el género de este árbol singular. Era, ciertamente, un Abies, vecino de nuestro abeto blanco. El principal objetivo de mi excursión estaba logrado…”.
Hace poco más de un año, el autor de este artículo representó al personaje de Boissier en un documental sobre los pinsapares emitido por Televisión Española dentro de la serie “El Bosque Protector”. En Sierra Bermeja y la Sierra de Las Nieves, mientras se gravaban las imágenes, vestido de época, encaramado a un mulo, acompañado de un arriero auténtico de Genalguacil que representaba a su guía,  pude experimentar una extraña sensación que quise imaginar parecida a la que debió sentir Boissier en el momento del descubrimiento.
La Taxonomía es una parte de la Biología que se encarga de catalogar y dar los nombres científicos en latín o latinizados, Genero y especie (por ejemplo Abies pinsapo) a las nuevas especies que se van describiendo. Simón de Rojas Clemente Rubio fue el primer investigador, que se conozca hasta ahora, que identifico el pinsapo como un abeto y que hizo descripciones sobre él, lo hizo en el año 1.809; si Clemente hubiera publicado en una revista especializada o en un libro su descubrimiento y le hubiera dado un nombre científico, actualmente se consideraría como su descubridor, pero en realidad, quien hizo ese trámite fue Charles Edmond Boissier 28 años más tarde, por lo tanto, el mérito de la descripción de la nueva especie es de Boissier, científicamente hablando.
 

 

Existen interesantes imágenes que recrean la visita de Boissier a los pinsapares en un CD titulado “Parque Natural Sierra de Las Nieves” elaborado por acuerdo de la Junta Rectora del Parque Natural con el apoyo de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, fotografías del parque se pueden encontrar en el dominio  www.laserranianatural.com., algunas son fotografías del autor del artículo.
 Las mejores imágenes de Clemente Rubio se encuentran en el magnífico libro que sobre este personaje editó Antonio Gil Albarracin (3).

Bibliografía:
(1) García Guardia, G . “Flores Silvestres de Andalucía”. Editorial Rueda 1.988.
(2) Pezzi Ceretto, M. Estudio preliminar del “Viaje Botánico al sur de España durante el año 1.937, de Charles Edmond Boissier. Edita Fundación Caja de Granada y Universidad de Málaga. 1.995.
(3) Clemente  Rubio, Simón de Rojas. “Viaje a Andalucía. Historia Natural del Reino de Granada. 1.801-1.809”. Editado por Antonio Gil Albarracin en el año 2.002. GBG Editora. Almería.
(4) Calera González, A. y D. Montilla Castillo. “El Pinsapar”. Educa nº 27 pag. 27-32. 1991.
(5) Flores Domínguez, R. y A. Rodríguez González. “La Sierra de Las Nieves. Guía del Excursionista”. 304 páginas. Editorial La Serranía. Ronda 2.005.
(6)  Garrido Domínguez, A. “Rondando Ronda y sus viajeros”. Edita Colectivo Cultural Giner de los Ríos”. Ronda 2.004.
(7) Jiménez, F. “El viaje botánico a Andalucía de Edmond Boissier”. Jábega nº 41 pág. 65-75. 1.983.
(8) Equipo Arrayán. Artículos publicados en la revista “Ronda y La Serranía” nº 15, 21 y 22.
(9) Barbey, A. “A través de los bosques de Pinsapos de Andalucía”. Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. Sevilla 1.996. Traducido del original  editado en París en 1.931.