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Otros Naturalistas en la Serranía de Ronda. A. Barbey

Andrés Rodríguez González Julio 10th, 2018

Otros Naturalistas en la Serranía de Ronda.

A. Barbey

 La amputada década de los años 30 del siglo pasado supuso un gran desarrollo en la protección medioambiental de Andalucía en general y particularmente de la Serranía de Ronda.

Historicamente la visita de Barbey se enmarca en el final del reinado de Alfonso XIII y la Dictadura de Primo de Rivera, son “los años veinte” y  la “belle epoque”, un periodo de crecimiento económico en el que se tradujo en Andalucía algunos avances sociales como las comunicaciones, la educación pública o las primeras obras hidráulicas de cierta importancia como el Embalse de Montejaque construido entre 1930 – 1933. Pero con un efecto negativo muy importante, crecen considerablemente las cabañas ganaderas, en nuestra comarca vuelven a aumentar  especialmente las de caprino y ovino, que ramonean intensamente a sus anchas en las zonas montañosas, precisamente en los montes donde se desarrollan los pinsapos. En contraposición, la llegada de Boissier coincidió con uno de los periodos catastróficos en lo social, económico y medioambiental que han asolado España reiteramente.

En los años veinte y comienzos de los treinta se sentaron las bases de las políticas de protección que en las últimas decenas de años de la época actual se tradujeron en la amplia red de Espacios Protegidos que existe en la comarca y en Andalucía. Y no quiero decir con eso que yo me dé por satisfecho con lo que ahora existe; es necesario avanzar más sobre todo con los retos que el cambio climático nos  está planteando, concretamente como afecta a la conservación de nuestra joya botánica por excelencia: El Pinsapo.

En aquella época gloriosa para la protección ambiental de los referidos años treinta se publicaron diversos materiales que reactivaron el interés por la conservación delmedio. Precisamente unos años antes, la comarca de la Serranía de Ronda,  había levantado un gran interés en el ámbito científico y cultural con personajes como Simón de Rojas Clemente Rubio, Lagasca, Cavanilles, Charles E. Boissier, Antonio Laynez,  entre otros. En esos años treinta se publican artículos científicos fundamentales como los de Cuatrecasas y libros muy importantes como los de de Luis Ceballos sobre la vegetación forestal de las provincias de Cádiz y Málaga, para la primera provincia citada, escribió en colaboración con Manuel Martín Bolaños y para la provincia malagueña con Carlos Vicioso.

En 1931 se publica en Paris un libro fundamental titulado “A travers les forêts de Pinsapo d´Andalousie”, tal vez, a causa de que no fue traducido hasta muchos años después, es bastante desconocido incluso para el público iniciado en temas científicos o naturalistas de la Serranía. Es posible que el nombre de su autor A. Barbey,  no nos diga nada, pero si los europeos tuvieran la costumbre  tan española de respetar el apellido de las madres y colocarlo como segundo apellido, este señor desconocido ya sería otra cosa, porque su segundo apellido es “Boissier”. Efectivamente, fue nieto del descubridor científico del pinsapo. Y un nieto orgulloso y apasionado de su abuelo como demuestran las palabras escritas por él al comenzar la redacción de su obra a la que subtitula “Homenaje a mi abuelo”; también las continuas y cariñosas referencias que a su abuelo hace a lo largo de su obra, producto de que emprendiera una especie de viaje homenaje a Boissier que le llevó a los terrenos que su abuelo visitó e incluso a Grazalema, donde nunca llegó el famoso descubridor del pinsapo.

Barbey viene a la Serranía de Ronda siguiendo los pasos de su abuelo, pero no ese el único interés que le atrae, el autor del libro es especialista en Entomología, la ciencia que estudia los insectos; busca entrar en contacto con Manuel Aulló Costilla, director del Laboratorio de Fauna Forestal Española, Piscicultura y Ornitología, padre y primer presidente de la Sociedad Española de Ornitología. A este personaje dedica un insecto que descubre en los bosques de pinsapo, la Dioryctria aulloi, una mariposa parásita de nuestros abetos.

Como otros científicos de la época, Barbey es un hombre de ciencia muy completo, no sólo se preocupa por los insectos, o por la historia de su abuelo en la Serranía, también es un “forestal” importante. Comenta y se nota que le duele, los usos y abusos que del pinsapar se hace en la Andalucía de la época, la escasa consideración que de estos bosques se tiene traducida en un pastoreo excesivo que le obliga a hacer suya un frase de sus compañeros y amigos los científicos españoles Ceballos y Martín Bolaños cuando deja escrito en perfecto idioma español “son muchos los metros cúbicos de madera que las cabras han robado a los pinsapos”. Son las cabras, para Barbey, uno de los principales responsables del deterioro del pinsapar, su falta de continuidad y la ausencia de regeneración del bosque. Pero no sólo las acciones negativas de las cabras le preocupan, también la poda abusiva de ramas de los abetos para fabricar carbón, una práctica habitual y no sólo en los pinsapos, también en encinas y quejigos.  Además, en sus escritos, distingue perfectamente el carboneo anárquico y aniquilador que se realiza en los terrenos comunales de los Montes de Propios del Monte Pinsapar de la Sierra de Las Nieves, del “más regulado” que se practicaba en el pinsapar de Grazalema. Sin duda el que un monte fuera propiedad de la comunidad o de un particular influía poderosamente; desgraciadamente ya se sabe que el  carácter español castiga y esquilma las propiedades comunes  mientras los particulares cuidan lo propio. También analiza las causas naturales que dificultan el crecimiento y la regeneración del pinsapo como la sequía estival y los ataques de insectos, su conclusión es que si no se toman medidas urgentes para atenuar las agresiones humanas contra los pinsapos, estos bosques desaparecerían irremediablemente

Otras aportaciones importantes a resaltar son el aporte de fotografías que Barbey incluye en su libro, algunas han servido para comparar la evolución de los bosques de pinsapos desde su época a la actualidad y también los estudios que realiza sobre los insectos. No debemos  olvidar que Barbey fue un entomólogo de prestigio internacional autor de obras básicas de la materia como el “Traite d´Entomologie Forestière”, un estudio que mereció una mención especial de la Academia de Ciencias de Francia.

En el libro “A través de los Bosques de Pinsapo de Andalucía” despierta una especial emoción  el capítulo dedicado a Boissier y que lleva  por título “Homenaje a mi abuelo”; el autor aporta numerosas referencias personales y detalles enternecedores sobre la vida, el caracter, los viajes y los trabajos de Edmond Charles Boissier. Después Barbey describe los macizos montañosos con pinsapos y las poblaciones de la Sierra de Las Nieves, la Nava de S. Luis y la Sierra del Pinar en un extenso y documentado capítulo para el que, sin duda, le asesoraron Luis Ceballos y Carlos Vicioso.

En las conclusiones de su libro se encuentran propuestas tan contundentes como “el único medio, el más urgente, el más fácilmente realizable para asegurar la salvaguarda del pinsapar es alejar los rebaños casi nómadas de cabras, en cualquier caso más numerosos en las Sierras de Ronda”. También expresa el deseo de “crear, lo antes posible, en las Sierras Andaluzas, reservas forestales…”, y continúa “…es el deseo sincero que formula el nieto de Edmond Boissier, naturalista apasionado de la flora española”.

Sin duda un nieto que sería el orgullo de su abuelo, el gran Boissier y que contribuyo con su difcusión a la posterior llegada de la protección en forma de Espacios Naturales Protegidos para los pinsapares.

 

Bibliografía

A través de los bosques de pinsapo de Andalucía. “A travers les forêts de Pinsapo d´Andalousie”.  A. Barbey

Edita la Agencia de Medio Ambiente de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía.

Traducción de Fernando Díaz del Olmo sobre el libro original editado en Paris y en Gembloux en el año 1931

Sevilla 1996.

 

Serranía de Ronda, atardecer 13 de marzo

Andrés Rodríguez González Marzo 16th, 2014

Serranía de Ronda, atardecer 13 de marzo

Podríamos preguntarnos que tuvo de extraño el  atardecer del 13 de marzo de 2014 en la Serranía de Ronda como para traerlo a La Serranía Natural. La contestación es que no fue un atardecer normal.

Las montañas recortadas del fondo en las fotos son las Sierras de Grazalema con sus picos más notables, es decir el oeste de la Serranía de Ronda, por donde se pone el sol. Y sin embargo, es la zona que muestra el horizonte más claro. Por el oeste es por donde penetran las borrascas  procedentes del Atlántico con aire cálido y húmedo que al encontrarse con la barrera montañosa de la Sierra del Pinar, aire cargado de humedad que se ve obligado a elevarse con la consecuencia de grandes precipitaciones, que en el Parque Natural de Sierras de Grazalema son especialmente abundantes.

Ese día, casi coincidiendo con la puesta de sol, una tormenta penetro desde el Este, oscureciendo con brusquedad el cielo mientras la puesta de sol mantuvo su ritmo de ir haciendo desaparecer paulatinamente la luz hasta darnos este bello atardecer.

19 Paisaje de la Serranía de Ronda: Sierra Hidalga

Andrés Rodríguez González Julio 23rd, 2013

19 Paisaje de la Serranía de Ronda: 

Sierra Hidalga

Con Vicente Astete

Sierra Hidalga es una mole montañosa de rocas calizas que cierra la Meseta de Ronda  por el sureste y que se puede admirar perfectamente desde la ciudad.

Como imagen de este representativo Paisaje de la Serranía de Ronda presentamos una foto poco vista de la Hidalga en la que se observa las rocas calizas muy erosionadas de la parte alta de Sierra Hidalga; su pico más alto, la Peineta, llamada así por la forma que se ve desde la ciudad de Ronda; algunos pinsapos, resto de lo que fue el pinsapar más cercano a la ciudad, destruido casi en su totalidad para obtener carbón, la ciudad de Ronda en parte y al fondo la Sierra del Pinar.

Coordenadas:

36º43´23´´ N

5º4´14´´O

Elevación 1.505 metros

Plantas de la Serranía de Ronda: Amapola y Amapola de Grazalema

Andrés Rodríguez González Junio 29th, 2011

Plantas de la Serranía de Ronda
Amapola. Papaver rhoeas
También llamada vulgarmente Ababol.

Es una planta herbácea con un tamaño máximo de unos 70 cms, pertenece a la Familia de las Papaveraceas. Es inconfundible por las flores de color rojo intenso, pero también son muy característicos los pelos perpendiculares que presenta y que al cortarla suelta un látex blanco lechoso. Es una planta original de Europa, África y Asia.
Posee hojas simples en la base, alargadas y lobuladas. Tiene flores solitarias con pétalos arrugados en botones florales, mostrando al abrirse un color rojo intenso, por lo general presentan una mancha negruzca en la porción basal. Produce flores a finales de primavera y primeros días del verano. Su fruto es una cápsula, llena de semillas. Las amapolas poseen sustancias capaces de teñir por lo que se emplea para dar color al vino, a ciertas medicinas y lanas. Las semillas se han usado para dar sabor a ensaladas de frutas, tartas de manzana, panes y pastas de verduras. Los pétalos de amapolas se pueden emplear como tisanas, mezclada con otras flores. Es una planta con propiedades sedantes y antitusivas, por ello, se ha utilizado para fabricar jarabes contra la tos. También contra el insomnio sobre todo en niños y ancianos. Pero es ligeramente tóxica por lo que se debe administrar con cierto cuidado. En la Serranía se ha usado en otros tiempos para “calmar” a niños revoltosos.
Se cultiva en forma de macizos de flores en taludes, terraplenes y praderas por el color tan intenso y bello que posée. Necesita mucha luz, aguanta a pleno sol aunque el suelo sea seco y pobre. Muy común en bordes de caminos y campos baldíos. Germina muy bien a partir de semillas.
Amapola de Grazalema. Papaver rupifragium

La Amapola de Grazalema es un endemismo que solo se conoce en el Parque Natural Sierra de Grazalema. Pertenece al mismo género que la amapola vulgar y que la Dormidera (Papaver somniferum), que se puede ver cultivada en las llanuras de Antequera.
La Amapola de Grazalema es una planta herbácea más pequeña que la amapola vulgar, de solo 20 a 50 cm., su desarrollo vital dura varios años, aunque la parte aérea se seca y desaparece durante meses, quedan vivos los órganos subterráneos para volver a florecer al año siguiente e intentar colonizar sus alrededores.
El color de sus cuatro pétalos es anaranjado, más claro que el rojo intenso de la amapola.
La podemos admirar de junio a agosto a partir de unos 900 metros de altitud en las sierras del Caíllo, Pinar y Endrinal. También existen bonitos ejemplares cultivados en el Jardín Botánico de El Castillejo. Ocupa una superficie pequeña en el Parque Natural.
Nunca aparece en densidades parecidas a la amapola vulgar de los pastizales. Es una especie muy protegida, una verdadera Joya Botánica, en caso de verla, nunca debemos cogerla. Un endemismo único de la Serranía.