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Paisajes de la Serranía de Ronda: Cortijo de la Viborilla.

Andrés Rodríguez González Enero 19th, 2017

Paisajes de la Serranía de Ronda
Cortijo de la Viborilla.

Entre la Sierra Hidalga y la Sierra de Las Nieves existen una serie de “cortijos” que son impresionantes. No por parecerse a los cortijos andaluces del Valle del Guadalquivir, sino por todo lo contrario. Estos no están rodeados de fértiles tierras sino de esterilidad y rocas desnudas. Cortijos son el nombre con el que se les conoce, pero son actualmente una ruina con cuatro paredes que apenas se levantan del suelo, al lado suelen tener una menguada fuente, algún moribundo o fallecido árbol y una pequeña “era”, testimonio de que los escasísimos suelos con poca pendiente entre rocas eran cultivados. Cuando estaban habitados, sus condiciones no debían ser mucho mejores, la dureza del clima con frecuentes y duras nevadas, la incomunicación a la que estaban sometidos sus habitantes, con veredas maltrechas y empinadas, la escasez de agua con menguados nacimientos  y, a veces, alejadas fuentes, debían hacer muy duras las condiciones de vida. La pobreza de estos terrenos áridos, de calizas y margocalizas, con fuertes pendientes, contrasta con los suelos de la otra ladera de Sierra Hidalga, la que mira a Ronda, de suelos fértiles y con horizontes bien desarrollados. En los terrenos que hoy nos ocupan la mayoría de la superficie está cubierta por piedras y rocas que carecen de suelos, entre los escarpes rocosos serpentean pequeños torrentes que vierten sus escasas aguas hacia la cabecera del río Guadalevín o su principal valedor, el arroyo Carboneras que recoje aguas de las Cañadas del Cuerno y de Enmedio del Pinsapar de Ronda y de La Fuenfría.

El agua está presente en épocas de lluvias pero en verano, gran parte de la primavera y bien avanzado el otoño, aquellos terrenos bien pueden confundirse con una zona desértica o un predesierto de Almería. En determinados lugares, el agua filtrada en el suelo o la caída en forma de nieve, aflora al exterior cuando las arcillas impermeabilizan el terreno, y lo hace en forma de escasas fuentes; cerca de ellas, si el escaso suelo lo permitía, a veces existen restos de pequeñas albercas y lo que debieron ser pequeños huertos. Y entre los minúsculos llanos con un poco de tomo de suelo, se adivina, con mucha imaginación, que eran los dedicados a los cultivos de cereales, cultivos casi artesanales que debían hacerse con arado romano y mulo o burro como toda ayuda, en un intento de arañar algo productivo a la tierra esteril.
Siempre que visito estos cortijos, la Sardina Baja y Alta, el Hoyoncillo, Malillo, Cobatillas, Colmenarejo… tanto si entro por Manaderos como si lo hago por Lifa o por el arroyo Carboneras junto al Refugio de Quejigales, pienso en la dureza de la vida de los aparceros que por aquí sobrevivían.  Y digo bien, sobrevivir, por que vivir aquí no es vivir. Veo a los pastores cuidando rebaños de los señoritos de Ronda, pensando cómo justificar ante ellos no poder pagar la aparcería por la sequía, la enfermedad o la espantá de los rebaños por los truenos y tormentas, veo a los muchachos mal vestidos y peor calzados, ocupados todo el santo día en buscar la oveja o la cabra “paria” que no aparece, en evitar que las cabras invadan el huerto o se coman los cultivos de cereales; pienso en las muchachas ayudando a la madre en sus múltiples obligaciones, tal vez soñando con un hombre que les saque de allí para llevarles a una vida mejor; pero sobretodo, pienso en las mujeres que aquí vivieron, aquí parieron, lloraron a sus hijos muertos al nacer o picados por víboras, despeñados en algún tajo; tal vez soñando con que alguno de sus hijos pudiera irse a Ronda como “aprendiz” de algún oficio o alguna de sus hijas a casa de los señoritos a “servir”. Imagino mujeres duras, descalzas por darles sus zapatillas a las hijas, temerosas por el futuro de sus hijos y a la vez valientes para vivir el día a día. Y sobre todo pienso en las mujeres que vivieron en el cortijo de La Viborilla. ¿Y por qué en éste? Porque desde aquí se ve Ronda, que representaría el paraíso prometido, el lugar donde se iba un par de veces al año. Donde vivían parientes y quizás, algún novio que trabajaba en una tienda de la calle La Bola, un mozo que le prometío una vida mejor cuando viniera de “la mili”, y que no pudo cumplir su promesa porque antes el amor fue truncado por una suegra que le arreglo el matrimonio con alguna vecina, una “casi suegra” que le jodio la vida y, a la vez, le dio los sueños de la vida que nunca vivirá.


Imagen de Josep Cuatrecasas del año 1930, cuando vino a realizar una visita a los pinsapos.

PASEOS CON IMÁGENES POR LA SERRANÍA DE RONDA. PASEO 01.- DESDE EL REFUGIO DE QUEJIGALES A EL TAJO DEL CANALIZO.

Andrés Rodríguez González Mayo 30th, 2016

PASEOS CON IMÁGENES POR LA SERRANÍA DE RONDA
Con este paseo abro un nuevo periodo en mi conocimiento y disfrute de la Serranía de Ronda. Pretendo mostrar con imágenes comentadas algunos de los paisajes que más me impresionan de la Serranía. Busco, como siempre, que con la fascinación de su belleza se conserven los valores medioambientales de esta singular comarca. La Serranía de Ronda fue catalogada por el geólogo Durr como “País de contrastes”, espero con la serie que ahora comienza demostrar la certeza de dicha definición.
PASEO 01.- DESDE EL REFUGIO DE QUEJIGALES A EL TAJO DEL CANALIZO. Este recorrido fue realizado con los amigos del Seminario Minero-Clandestino de la provincia de Málaga. Un día de primavera espléndida después de abundantes lluvias. Tres años después de publicar el libro “Vegetación y Flora forestal de la provincia de Cádiz”, 1930, con Martín Bolaños; pero ahora acompañado por Carlos Vicioso, Luis Ceballos publica otra maravilla de igual título pero de la provincia de Málaga. Muchos años después, cuando fueron a dedicar uno de los miradores del pinsapar de Yunquera a D. Luis Ceballos y le comunicaron tal iniciativa, D. Luis, ya muy mayor, comentó: ¡Ah, ¿pero todavía existen los pinsapos?. Hasta tal punto había visto deteriorados su bosques cuando preparó el libro antes citado. Esta anécdota, una de las muchas con las que deleita los paseos del Seminario Minero-Clandestino una de sus “alma mater” Ernesto Fernández Sanmartín, me hizo pensar sobre la recuperación del pinsapar en los últimos años de su existencia y como, si las cosas siguen como están, los bosques gozarán de buena salud. Otra de las pruebas que demuestran esta realidad es el recorrido que realizamos, paseo que tuvo su inicio y final en el Refugio de Quejigales y que nos adentró en mi pinsapar preferido.
Iniciamos el paseo en la antigua Área Recreativa en un carril que discurre en suave ascenso por un pinar de repoblación teniendo siempre a nuestra derecha el arroyo Carboneras, una de las cabeceras del río Guadalevín, el río del famoso Tajo de Ronda. Atrás, también a nuestra derecha queda el inicio de la vereda a la Cañada de El Cuerno, el camino se bifurca en dos, volvemos a tomar el de la derecha que nos lleva hasta el monolito de piedra con una placa conmemorativa en el lugar donde estuvo la choza del guarda del pinsapar Francisco Molina.
Los buitres son cada vez más frecuentes en la zona desde que se ha empezado a usar un aguadero en las proximidades del Refugio.

Utilizan como dormideros y posaderos los cortados rocosos existentes en la divisoria de aguas entre la Cañada de El Cuerno y la de Enmedio y también los troncos secos de los viejos pinsapos que por allí, son abundantes.

El carril termina, afortunadamente, en una zona de fuertes pendientes donde la debilidad de las rocas y los movimientos de tierra han ocasionado una intensa erosión. El camino es ahora una vereda con agua y fango, flanqueada de espinos majoletos fuertemente parasitados por muérdago.
Se trata de una zona con abundante pastizan muy usada por los rumiantes del parque además de las cabras y ovejas domésticas. Los primeros pinsapos aparecen, junto a troncos viejos que apenas mantienen alguna rama viva, los jóvenes intentan volver a colonizar los terrenos que una vez fueron suyos, buscan la protección del matorral espinoso para evitar el diente de la cabra.

Poco a poco son cada vez más frecuentes los pinsapos, junto a un gran tronco de nuestro abeto el camino gira bruscamente a la derecha para iniciar el ascenso por la Cañada de Las Ánimas, en ese momento debemos abandonar la vereda y continuar por una vereda apenas marcada hasta el borde del precipicio que nos muestra una vista impresionante.
Estamos en Los Coloraos.
El Peñón de Ronda y más cerca el Canalizo son unas imponentes masas de caliza del período Jurásico (entre los 200 a 145 millones de años de antigüedad) que, en este lugar, “cabalgan” sobre

materiales más modernos, las margocalizas rojizas del Cretácico (de entre 145 a 66 millones de años), el responsable del tal curiosidad geológica fue el Plegamiento Alpino.


A la izquierda de la vereda tenemos una población vallada de Atropa baetica, el Tabaco gordo, una curiosidad botánica digna de total protección.

Hemos de tener cuidado en no perder la débil vereda, el contraste entre la pequeñez de las herbáceas, representadas aquí por esta bella orquídea contrasta con la inmensidad de los gigantescos pinsapos que aquí, alcanzan las mayores alturas de la sierra y, yo diría que hasta de toda la península ibérica.


Descendemos por una húmeda umbría entre paredes rocosas llenas de musgo para encontrar, en el mismo camino una nueva población de Tabaco gordo, que se desarrolla sobre la tierra y las rocas que ha arranca un viejo pinsapo al derrumbarse.

La oquedad rocosa que encontramos a la derecha es la Cueva del Manigero, en el mismo camino encontramos una delicada planta, la Onphalodes linifolia.
Muy cerca, a la izquierda del camino encontramos la base del impresionante Tajo de El Canalizo.

En sus paredes, a cierta altura que les salva de las cabras, encontramos otra de las joyas botánicas de la Sierra de Las Nieves, el Sarcocapnos baetica, popularmente “Zapaticos de la Reina”, delicada planta de especial belleza, en peligro de extinción.
Entre el gigantesco pinsapo que vemos en las cercanías y la pared rocosa desciende una vereda que nos llevaría en caso de seguirla, hasta la zona del Convento de Las Nieves, regresamos al camino que abandonamos antes para subir a la sombra de pinsapos de enormes troncos hasta encontrar el Pilar del Canalizo donde reponemos fuerzas y decidimos sobre la vuelta.

La subida a lo alto del Canalizo es fácil, arriba encontramos un lapiaz, algún pinsapo y esplendidas vistas sobre el bosque que hemos atravesado, las sierras Hidalga y Blanquilla con el pico de El Viento y en el horizonte, en días claros, hasta las Llanuras de Antequera.




Decidimos regresar por la Meseta de Quejigales. Para ello continuamos el camino en ascenso hasta Los Ventisqueros, allí encontramos la vereda que viene de los pinsapares de Yunquera, cambiamos de dirección bruscamente a la derecha, hacia el sur, pasamos junto a la Sima de Enamorados y entre disquisiciones sobre los nombres de los picos montañosos llegamos al Puerto del Oso.

Como Zulueta opinaba la mayoría de nosotros se muestra de acuerdo que el llamado actualmente “Torrecilla” debería llamarse en realidad el “Cerro de Las Plazoletas” y Enamorados, por su forma tal vez su nombre original fue el de “Torrecilla”. Zulueta achaca el cambio de nombre a un error cometido por los ingenieros que hicieron los primeros planos de la zona.

Unos decidimos bajar por la Cañada de El Cuerno y otros por la senda de los 1.500.

Ya en grupo descendemos por el pinar de repoblación.



En uno de los pinos encontramos un crecimiento tumoral en una de las ramas, conocido popularmente como “Escoba de brujas” una enfermedad causada, según Pepe Mayorga, por un Phytoplasma, una forma intermedia entre Virus y Bacterias.
Pasamos el arroyo Carboneras
para llegar al Área Recreativa de Quejigales donde terminamos este Paseo intenso, agradable, por hermosos paisajes con un recorrido total de 13,6 Kms.

Ruta desde los Llanos de Aguaya a Conejeras por el Cordel de los Pescaeros

Andrés Rodríguez González Mayo 11th, 2010

A.R.A.C.A. a través de Andrés Rodríguez presenta la ruta:
De Los Llanos de Aguaya a Conejeras por el Cordel de los Pescaeros.

Dedico esta ruta a Domínguez, amigo ya desaparecido, dueño de la pensión La Española en Ronda y de parte de las tierras que recorreremos, como recuerdo y homenaje al hombre que me enseño estos lugares.

Partimos de la carretera de circunvalación de Ronda en el cruce con la carretera de El Burgo; un carril en dirección Este se dirige hacia la Sierra Hidalga. Apenas hemos recorrido 100 m. se pasa un pequeño puente sobre el arroyo de La Toma.
El camino comienza un suave ascenso, a la derecha queda el cerro de La Pastora; trás un repecho, al coronar el Puerto de Bilbao a la derecha, encontramos las ruinas del cortijo del Quemado, a ambos lados del carril se abren unos amplios campos de cultivo, los Llanos de Aguaya en los que se ha practicado la agricultura desde tiempos remotos.
A 3,5 Km. junto a la antigua Venta Ramirón, rehabilitada como cortijo, parte a la izquierda un desvío hacia el Pilar de Coca, situado en el magnífico encinar del Coto Cortina, a la derecha parte el reabierto Cordel de los Pescaeros que se dirige a Conejeras. Es el comienzo de nuestro recorrido. A efectos de kilómetros lo considero el punto de inicio.
Hace poco tiempo se ha deslindado por parte de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía el Cordel de los Pescaeros que permite llegar hasta Conejeras, es decir hasta el Parque Natural Sierra de Las Nieves desde Ronda, sin necesidad de pisar la carretera. En su otro extremo desemboca en el Nacimiento de La Ventilla.
A la izquierda queda la antigua pista de avionetas del Icona, el llano se termina y descendemos hasta el río que se encuentra flanqueado de espinos majoletos, zarzas y adelfas, en sus limpias aguas se ven multitud de peces, un nuevo puente revestido de madera situado como a 1 Km del inicio, nos permite pasar al otro lado, a la izquierda parte nuestro sendero que decididamente inicia una dura rampa de subida, apenas hemos andado unos 400 metros encontramos una angarilla de hierro, la primera de varias que encontraremos, siempre debemos dejar cerradas todas para evitar que se escape el ganado.
No es fácil perder el camino, a lo largo de él encontraremos que han vallado los bordes y repoblado muchas zonas. Debemos recordar que estos campos se han dedicado tradicionalmente a la ganadería que ha ido eliminando el encinar, tampo es frecuente el matorral, solo algunos majuelos o espinos majoletos que estos días, con sus flores aportan colorido e inundan de olor el camino. Como a casi 1,5 metros más adelante encontramos un cruce de caminos, atravesamos un cuidado carril que por la derecha se dirige a la carretera de S. Pedro y por la izquierda a un cortijo hermoso que tiene como telón de fondo Sierra Hidalga. Nosotros seguimos al frente, hacia el sur. Encontramos las ruinas de un cortijo y 50 metros más adelante, entero y en uso, el cortijo de Cabrejas, casi encima de él se ve la línea eléctrica de alta tensión.
Nueva cancela metálica e iniciamos la dura subida por la ladera del pedregoso Cerro de Castillejos, cuando coronamos el ascenso, en 1 Km, encontramos un puertecillo y una nueva cancela, si  miramos atrás veremos preciosas vistas de Ronda. Unos repechos de bajadas y subidas nos dejan junto al nacimiento del río Guadalevín, el final del carril es una fuente que han hecho nueva cuando han rehabilitado el camino, han aprovechado las numerosas surgencias de agua para hacer esta fuente a la que se ha bautizado con el nombre del lugar Huerto Malillo, también llamado Rincón de Malillo. Estamos casi a 5 Kms del inicio. Es conveniente hacer una parada, disfrutar del agua, bajar a la poza del nacimiento del río, recorrer el viejo huerto y contemplar los inmensos chopos, los viejos nogales y los bloques de piedra cubiertos de hiedra
Las vistas son extraordinarias, Sierra Hidalga se presenta imponente, el río se encajona para salvar el Cerro de Castillejos, a lo lejos se ve el Picorucho de Pompeyo, donde con permiso de los dueños de la finca, se pueden buscar las siete mulas llenas de oro que Pompeyo escondió cuando vio que perdía la batalla de Munda. Otros muchos lo han intentado sin éxito, pero… quien sabe.

A partir de la fuente han restaurado el viejo camino empedrado o colocado losas nuevas a imitación de la vieja senda en los lugares que se pueden inundar junto al arroyo de Carboneras, este arroyo desciende desde el refugio de Quejigales. Una nueva angarilla nos permite acercarnos al cortijo de Manaderos casi a 1 kms de la fuente. El nuevo carril pasa detrás del cortijo con lo que evitamos molestias al ganado o problemas con los perros. Continuamos nuestro ascenso y tras pasar una nueva angarilla llegamos a un enorme llano, a unos 2 kms de Manaderos, estamos en El Navazo, es una formación denominada Polje, un llano entre cerros calizos que acumula agua que después pierde a través de sumideros, en este caso, da origen al arroyo de Linarejos, un afluente del río Guadalevín. Aquí enlazamos con el camino de Las Cabanillas que comunica con la carretera de S. Pedro en 1 Kms. El llano del Navazo ha sido repoblado de encinas con escaso éxito, queda a la derecha del carril que suavemente asciende hasta una nueva angarilla situada unos 500 metros más adelante, el camino entre encinas de pequño porte (muchas roídas de cabras y vallados de protección y repoblación y mucho matorral llega a Conejeras. Un pilar chapado en piedra, un pequeño nogal, un gran quejigo y un águila de piedra marcan el final del recorrido. Muy cerca está el área Recreativa de Conejeras, el Camping y un carril que desde la carretera de S. Pedro llega a La Nava y el Refugio de Quejigales.
El regreso se hará por el mismo camino de ida.

Datos Generales:
- Distancia de ida y vuelta: 21 Kms.
- Tiempo aproximado: 6 horas
- Modalidad: a pie, bicicleta de montaña o caballo.
- Grado de dificultad: Medio por las rampas de ascenso.
- Época recomendada: Primavera. Evitar en verano por el peligro de incendios forestales. En bicicleta todo el año excepto en los meses de verano. No olvidar que desde Manaderos estamos en el Parque Natural Sierra de Las Nieves por lo que las medidas de protección de la naturaleza deben extremarse.
- Consejos prácticos: Llevar calzado cómodo y agua. Debemos dejar cerradas todas las angarillas que encontremos a nuestro paso para evitar que se escape el ganado.