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PASEOS CON IMÁGENES POR LA SERRANÍA DE RONDA. PASEO 01.- DESDE EL REFUGIO DE QUEJIGALES A EL TAJO DEL CANALIZO.

Andrés Rodríguez González Mayo 30th, 2016

PASEOS CON IMÁGENES POR LA SERRANÍA DE RONDA
Con este paseo abro un nuevo periodo en mi conocimiento y disfrute de la Serranía de Ronda. Pretendo mostrar con imágenes comentadas algunos de los paisajes que más me impresionan de la Serranía. Busco, como siempre, que con la fascinación de su belleza se conserven los valores medioambientales de esta singular comarca. La Serranía de Ronda fue catalogada por el geólogo Durr como “País de contrastes”, espero con la serie que ahora comienza demostrar la certeza de dicha definición.
PASEO 01.- DESDE EL REFUGIO DE QUEJIGALES A EL TAJO DEL CANALIZO. Este recorrido fue realizado con los amigos del Seminario Minero-Clandestino de la provincia de Málaga. Un día de primavera espléndida después de abundantes lluvias. Tres años después de publicar el libro “Vegetación y Flora forestal de la provincia de Cádiz”, 1930, con Martín Bolaños; pero ahora acompañado por Carlos Vicioso, Luis Ceballos publica otra maravilla de igual título pero de la provincia de Málaga. Muchos años después, cuando fueron a dedicar uno de los miradores del pinsapar de Yunquera a D. Luis Ceballos y le comunicaron tal iniciativa, D. Luis, ya muy mayor, comentó: ¡Ah, ¿pero todavía existen los pinsapos?. Hasta tal punto había visto deteriorados su bosques cuando preparó el libro antes citado. Esta anécdota, una de las muchas con las que deleita los paseos del Seminario Minero-Clandestino una de sus “alma mater” Ernesto Fernández Sanmartín, me hizo pensar sobre la recuperación del pinsapar en los últimos años de su existencia y como, si las cosas siguen como están, los bosques gozarán de buena salud. Otra de las pruebas que demuestran esta realidad es el recorrido que realizamos, paseo que tuvo su inicio y final en el Refugio de Quejigales y que nos adentró en mi pinsapar preferido.
Iniciamos el paseo en la antigua Área Recreativa en un carril que discurre en suave ascenso por un pinar de repoblación teniendo siempre a nuestra derecha el arroyo Carboneras, una de las cabeceras del río Guadalevín, el río del famoso Tajo de Ronda. Atrás, también a nuestra derecha queda el inicio de la vereda a la Cañada de El Cuerno, el camino se bifurca en dos, volvemos a tomar el de la derecha que nos lleva hasta el monolito de piedra con una placa conmemorativa en el lugar donde estuvo la choza del guarda del pinsapar Francisco Molina.
Los buitres son cada vez más frecuentes en la zona desde que se ha empezado a usar un aguadero en las proximidades del Refugio.

Utilizan como dormideros y posaderos los cortados rocosos existentes en la divisoria de aguas entre la Cañada de El Cuerno y la de Enmedio y también los troncos secos de los viejos pinsapos que por allí, son abundantes.

El carril termina, afortunadamente, en una zona de fuertes pendientes donde la debilidad de las rocas y los movimientos de tierra han ocasionado una intensa erosión. El camino es ahora una vereda con agua y fango, flanqueada de espinos majoletos fuertemente parasitados por muérdago.
Se trata de una zona con abundante pastizan muy usada por los rumiantes del parque además de las cabras y ovejas domésticas. Los primeros pinsapos aparecen, junto a troncos viejos que apenas mantienen alguna rama viva, los jóvenes intentan volver a colonizar los terrenos que una vez fueron suyos, buscan la protección del matorral espinoso para evitar el diente de la cabra.

Poco a poco son cada vez más frecuentes los pinsapos, junto a un gran tronco de nuestro abeto el camino gira bruscamente a la derecha para iniciar el ascenso por la Cañada de Las Ánimas, en ese momento debemos abandonar la vereda y continuar por una vereda apenas marcada hasta el borde del precipicio que nos muestra una vista impresionante.
Estamos en Los Coloraos.
El Peñón de Ronda y más cerca el Canalizo son unas imponentes masas de caliza del período Jurásico (entre los 200 a 145 millones de años de antigüedad) que, en este lugar, “cabalgan” sobre

materiales más modernos, las margocalizas rojizas del Cretácico (de entre 145 a 66 millones de años), el responsable del tal curiosidad geológica fue el Plegamiento Alpino.


A la izquierda de la vereda tenemos una población vallada de Atropa baetica, el Tabaco gordo, una curiosidad botánica digna de total protección.

Hemos de tener cuidado en no perder la débil vereda, el contraste entre la pequeñez de las herbáceas, representadas aquí por esta bella orquídea contrasta con la inmensidad de los gigantescos pinsapos que aquí, alcanzan las mayores alturas de la sierra y, yo diría que hasta de toda la península ibérica.


Descendemos por una húmeda umbría entre paredes rocosas llenas de musgo para encontrar, en el mismo camino una nueva población de Tabaco gordo, que se desarrolla sobre la tierra y las rocas que ha arranca un viejo pinsapo al derrumbarse.

La oquedad rocosa que encontramos a la derecha es la Cueva del Manigero, en el mismo camino encontramos una delicada planta, la Onphalodes linifolia.
Muy cerca, a la izquierda del camino encontramos la base del impresionante Tajo de El Canalizo.

En sus paredes, a cierta altura que les salva de las cabras, encontramos otra de las joyas botánicas de la Sierra de Las Nieves, el Sarcocapnos baetica, popularmente “Zapaticos de la Reina”, delicada planta de especial belleza, en peligro de extinción.
Entre el gigantesco pinsapo que vemos en las cercanías y la pared rocosa desciende una vereda que nos llevaría en caso de seguirla, hasta la zona del Convento de Las Nieves, regresamos al camino que abandonamos antes para subir a la sombra de pinsapos de enormes troncos hasta encontrar el Pilar del Canalizo donde reponemos fuerzas y decidimos sobre la vuelta.

La subida a lo alto del Canalizo es fácil, arriba encontramos un lapiaz, algún pinsapo y esplendidas vistas sobre el bosque que hemos atravesado, las sierras Hidalga y Blanquilla con el pico de El Viento y en el horizonte, en días claros, hasta las Llanuras de Antequera.




Decidimos regresar por la Meseta de Quejigales. Para ello continuamos el camino en ascenso hasta Los Ventisqueros, allí encontramos la vereda que viene de los pinsapares de Yunquera, cambiamos de dirección bruscamente a la derecha, hacia el sur, pasamos junto a la Sima de Enamorados y entre disquisiciones sobre los nombres de los picos montañosos llegamos al Puerto del Oso.

Como Zulueta opinaba la mayoría de nosotros se muestra de acuerdo que el llamado actualmente “Torrecilla” debería llamarse en realidad el “Cerro de Las Plazoletas” y Enamorados, por su forma tal vez su nombre original fue el de “Torrecilla”. Zulueta achaca el cambio de nombre a un error cometido por los ingenieros que hicieron los primeros planos de la zona.

Unos decidimos bajar por la Cañada de El Cuerno y otros por la senda de los 1.500.

Ya en grupo descendemos por el pinar de repoblación.



En uno de los pinos encontramos un crecimiento tumoral en una de las ramas, conocido popularmente como “Escoba de brujas” una enfermedad causada, según Pepe Mayorga, por un Phytoplasma, una forma intermedia entre Virus y Bacterias.
Pasamos el arroyo Carboneras
para llegar al Área Recreativa de Quejigales donde terminamos este Paseo intenso, agradable, por hermosos paisajes con un recorrido total de 13,6 Kms.