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Fauna de la Serranía de Ronda: Messor barbarus. Hormiga granívora de cabeza rojiza.

Andrés Rodríguez González Octubre 18th, 2015

Fauna de la Serranía de Ronda
Messor barbarus. Hormiga granívora de cabeza rojiza.
Es la conocida hormiga que en verano forma largos caminos y parece trabajar sin descanso recogiendo semillas. En otoño es reconocible por ser la época en que produce los alados, que son las hormigas sexuadas, popularmente conocidas como “aluas”, en el caso de las hembras y “aluillos” los machos de menor tamaño.
Estas hormigas son relacionadas con el transporte de pulgones a los rosales y con molestias en las casas, nada más lejos de la realidad, las que manejan pulgones como si fuera su ganadería son otras especies, la M. barbarus vive en el campo y no en las casas y prácticamente sólo comen granos y algo de alimentos dulces. Ha sido y es odiada por los agricultores y ganaderos ya que su alimentación se pensaba que era casi exclusivamente de granos de cereal, sin embargo es un animal beneficioso ya que en estudios realizados con esta especie, en determinadas condiciones, puede llegar a comer hasta un 72% de la producción de semillas de malas hierbas. Es pues un animal tan beneficioso para la agricultura como otros colaboradores naturales que actúan como herbicidas, los jilgueros y otras aves granívoras,  los ratoncillos y los escarabajos.


Foto de Messor barbarus cortando una espiga de trigo en La Algaba Ronda.

La especie de hormiga Messor barbarus, vive en bordes de cultivos de cereales, prados, barbechos y dehesas. Sus hormigueros son numerosos en algunos casos puede llegar a haber hasta 900 hormigueros por hectárea. Para conseguir reducir el número es fundamental que al arar el campo se haga de forma intensiva y profunda, así se destruyen sus hormigueros, provocando su huida del cultivo.
Todas las hormigas del mismo hormiguero son hermanas, proceden de una única reina que vive en la zona más profunda del hormiguero con la única misión de poner huevos, allí es alimentada sin parar por las obreras.  Cuando era joven salió al exterior desde otro hormiguero con las primeras lluvias de otoño, se unió con un macho copulando en vuelo para a continuación baja al suelo y buscar refugio inmediatamente en cualquier hueco del suelo o bajo una piedra, ella misma se arranca unas alas que ya nunca le van a servir y vive el primer invierno con la energía que le proporcionan sus músculos alares que ya nunca utilizará. El macho, una vez cumplida la misión, copular aquellos que pueden hacerlo (la mayoría son víctimas de los pájaros y de otros insectos), muere inevitablemente. La hembra pasa el invierno en su agujero y pone en primavera los primeros huevos de los que salen las primeras obreras  (son todas estériles) que amplian el hormiguero, buscan comida y alimentan a la reina y a sus hermanas que van naciendo de los huevos que pone la reina. Cuando el hormiguero tienen mucha población se diferencias “castas”, obreras de mayor tamaño que tienen la cabeza desde un poco a muy roja y otras de menor tamaño.  Sólo cuando el hormiguero tiene muchas obreras, la reina voluntariamente abre o cierra una especie de válvula dejando pasar los espermatozoides masculinos, de esos óvulos fecundados nacerán los futuros machos y hembras que en el otoño siguiente  producirán las “aluas” y los “aluillos” que harán sus vuelos nupciales para fundar nuevos hormigueros.
Cada hormiguero es independiente de los demás de la misma especie, a veces se inician luchas a muerte por los territorios de las semillas o por la proximidad de unos hormigueros con otros.
Esta especie es típicamente mediterránea abundando en todos los terrenos con ese tipo de clima, se parece mucho a la Messor capitatus pero se distinguen en campo fácilmente, la M. capitatus nunca tiene obreras con cabeza rojiza.


Se presenta una foto de M. capitatus trabajando.


Como la anterior, ésta magnífica foto de la Messor barbarus es de Vicente Astete, es digno de resaltar lo excepcionalmente roja que es esa cabeza de hormiga.

Bibliografía
http://revistaecosistemasblog.net

Rutas por la Serranía de Ronda Un paseo por el Cerro Mures

Andrés Rodríguez González Julio 12th, 2014

Rutas por la Serranía de Ronda

Un paseo por el Cerro Mures

Hoy os propongo una ruta fácil, cómoda y corta, ideal para hacer en una tarde de verano. Tomamos la carretera local que se dirige desde la carretera de Ronda a Sevilla, en la Venta la Vega hasta Montejaque. Dejamos el vehículo junto al camino que va al embalse de Montejaque (o de los Caballeros), cruzamos la carretera en dirección a un cortijo vallado que en realidad es una antigua calera, de su parte trasera parte una alambrada que, en el sentido de nuestra marcha queda a nuestra izquierda, a la derecha queda un llano cultivado entre montañas calizas que se extiende entre la carretera y el Boquete del Mures, donde aparentemente nos dirigimos.

Nos acercamos a la alambrada para buscar a medio camino una angarilla metálica que nos permite pasar al otro lado. Es necesario dejarla cerrada ya que por la zona hay ganado, al pasar la angarilla, por lo alto hay un alambre de espino oxidado que puede ser peligroso para las personas altas.

Conforme dejamos atrás la alambrada nos desviamos (en ascenso siempre) hacia la derecha, como si buscáramos la dirección hacia donde esta Ronda, al Este. Pasamos a un terreno abrupto con muchas piedras y fuerte pendiente, con vegetación de escasas encinas, esparragueras, algunos palmitos, espino negro, acebuches y retamas. Buscamos el ascenso más cómodo: una pequeña vaguada entre grandes bloques de piedra caliza.

En el ascenso encontramos algunos huevos de perdiz rotos y bastantes cebollas albarranas (Urginea), el descontrol que el tiempo ha tenido hasta la fecha se manifiesta claramente en esta plantaque podemos verla por la misma zona en forma de bulbo incrustado en el suelo (que es como corresponde a esta época del año), brotando con unos enormes tallos y con tallos florecidos. Ascendemos con ciertas dificultades siempre por la zona menos alta entre los farallones rocosos.

Ya en lo alto de la loma encontramos un paisaje con multitud de afloramientos rocosos y muy pastoreado, prácticamente lo único que hay en flor en verano es una gran variedad de cardos (Onopordum, Eryngium, Scolymus, Cirsium, Centaurea… identificados gracias a los buenos conocimientos del amigo Juan Ríos Pimentel), entre las piedras encontramos Sedum, jazmines silvestres creciendo entre las defensas de los Espinos Majoletos evitando así los dientes de las cabras y ovejas.  Ahora marchamos en dirección norte con cuidado de no torcernos un tobillo entre el laberinto de calizas erosionadas en cuyas grietas, inaccesibles a los herviboros crecen Daphne gnidium, Crambe filiformis con sus delicados tallos, Rumex crispus, Malva hispanica y hasta alguna Linaria, (esas plantas tan bellas como difíciles de identificar). En un estrecho y profundo agujero vemos una Clematis vitalba, que en zonas húmedas como curso de ríos es una enredadera de varios metros de altura.  Unas hormigas granívoras (Messor capitatus) luchan contra la maraña de pelos que envuelve las semillas del cardo Cirsium echinatum.

Al acercarnos al precipicio que marca el límite del Cerro Mures en el paisaje, ya de por si sublime por las extraordinarias vistas, llaman la atención dos cosas especialmente, la belleza de la ciudad de Ronda, encaramada en su precipicio y un árbol con dos pies de tamaño muy grande. Nos acercamos a él y comprobamos que es un Lentisco muy especial, no solo por su tamaño gigantesco sino por sus hojas que no son ni típicas de Lentisco, ni de su pariente cercano, la Cornicabra.

El libro Árboles y Arbustos Singulares de Andalucía, editado por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía dice de él “…formado por dos pies, uno de ellos de 2 metros de perímetro, el otro de 1,70 m., la copa común para ambos, se eleva  8 m., proyecta una superficie de 150 metros cuadrados en el suelo”.

Nos encaminamos hacia el regreso, pero ahora marchamos en dirección a las Sierras de Grazalema, al fondo, a la derecha quedan Acinipo y el cerro Lagarin. Encontramos escasas pero enormes Cornicabras y buscamos un hueco en una pared de piedra sin mortero de unión, que en brusco descenso nos muestra el Cerro Tavizna, el Hacho de Montejaque y el embalse seco, ya abajo, buscamos la angarilla de entrada para regresar.

Si tenemos luz suficiente podemos acercarnos al Boquete del Mures, la luz del atardecer iluminando Ronda será una buena estampa para terminar esta ruta de poco menos de tres kilómetros de recorrido.

Si es necesario llevar agua, no existe ninguna fuente en el Cerro.