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Naturalistras históricos en la Serranía de Ronda: Félix Haenseler

Andrés Rodríguez González Marzo 8th, 2019

Naturalistas históricos en la Serranía de Ronda: Félix Haenseler 

Félix Haenseler nació en el pueblo alemán de Durach, Baviera en diciembre de 1780, falleció en Málaga a los 61 años de edad.

Era hijo de Anna-Maria y Johann-Balthasar. En el instituto local estudió lenguas clásicas y humanidades, así como los principios básicos de ciencias naturales, física y química. Ingresó como soldado en el regimiento de suizos. Se estima que llega a Málaga sobre 1803. En 1808 ya conocía al botánico Simón de Rojas Clemente, que fue quien le orientó en sus estudios botánicos hasta lograr hacer de él un aventajado discípulo y después colaborador en sus estudios. Sus  primeros pasos en el mundo de la Botánica los dió en el  jardín del convento de San Felipe Neri, formación que completo con numerosas excursiones por la provincia

En 1811, durante la ocupación francesa de Málaga, Haenseler estableció un contacto que derivo en  amistad, con el nombrado por el ejército napoleónico, gobernador Málaga, el botánico Francisco Zea, que tenía a Clemente como secretario. Haenseler trabajaba en ese momento como oficial en la botica conocida popularmente como “de la Espartería”, propiedad de José Santaella, ubicada en la Puerta de Esparteros. Un trabajo que le permite ampliar sus conocimientos en historia natural y farmacia. Formación que se complementa con la ayuda de su hermano que dibuja sus estudios de peces.

A través de su correspondencia se sabe que en 1814 y 1815 colabora con el gran agrónomo D. Mariano Lagasca a quien consideraba “el mejor hombre que he conocido”. Lagasca le dedicó en 1816 el género Haenselera. Por esa correspondencia conocemos que su herbario personal ascendía a “unas 4.000 plantas”, incluyendo especies de gran parte de Europa y que sus conocimientos de idiomas le habían permitido traducir “una obra botánica del alemán”. A través de otra correspondencia, custodiada en el Archivo del Real Jardín Botánico de Madrid, datada entre enero de 1815 y octubre de1820, se ha constatado la estrecha colaboración que mantuvo con Lagasca en esas fechas. En esa correspondencia hacen referencia a  líquenes y a intercambios  mutuos de ejemplares botánicos como plantas, semillas, raíces tuberosas, bulbos y cereales. Haenseler también le comenta múltiples cuestiones de interés científico, como la marcha de sus estudios zoológicos y análisis de aguas de la región, sus herborizaciones del primer viaje por la Sierra Tejeda, libros sobre botánica disponibles en Málaga, además de información sobre diferentes colegas extranjeros con los que mantenía variados intercambios científicos entre ellos con  De Candolle, que fue maestro de botánica de Boissier.  Un hecho fundamental para el descubrimiento científico del pinsapo que comentaremos más adelante.

El interés de Haenseler por el análisis de las aguas minerales malagueñas se remonta al menos a 1815, cuando le comenta a Lagasca su retorno de Carratraca  y su interés por ampliar esos trabajos en los baños de Periana.

De 1817 data su primera publicación conocida: “Ensayo para un análisis de las aguas de Carratraca (Málaga), en diciembre de ese año le envia a Lagasca seis ejemplares de su trabajo. La obra termina con una relación de las plantas encontradas en las cercanías de esa localidad, un total de 37 fanerógamas y 26 criptógamas, incluyendo una nueva especie dedicada a su amigo Clemente a la que da el nombre de Linaria clemente. Según sus propias palabras “habita en la falda de la sierra encima de la iglesia”.

En ese año ya se había examinado en Madrid y era “licenciado y profesor de farmacia y botánica”. En 1817 falleció el farmacéutico titular de aquella botica malagueña donde trabajaba Félix Haenseler, el establecimiento fue heredado por la viuda y, tras la muerte temprana de ésta, a una pariente suya de nombre Antonia García con la que se casó Haenseler. Tras conseguir la ciudadanía española fue nombrado Subdelegado de farmacia para la provincia de Málaga y examinador de los candidatos a boticarios. Siguió con sus investigaciones sobre plantas y algas acompañado en éstas últimas por el investigador gaditano Cabrera.

Al año siguiente, entró en su botica como aprendiz, el joven Pablo Prolongo, que se convirtió en su discípulo y heredaría finalmente la mayor parte de su legado científico. Sigue en contacto con investigadores extranjeros a los que envia plantas, algas, líquenes, etc recolectados por él. Así Carl Agardh, investigador sueco de algas le dedicó una especie nueva localizada en uno de los ejemplares que Haenseler le había enviado y que el experto bautizó con el nombre de Conferva haenselerii.

La primera constancia de sus investigaciones zoológicas data de diciembre de 1814, cuando empezó a contar con la ayuda de su hermano como dibujante de peces del natural y taxidermista de aves. También es este campo intercambio información y ejemplares con expertos europeos. Fue ampliando su biblioteca zoológica, tarea muy complicada en aquellos tiempos. Sobre sus excursiones por el litoral malagueño quedó constancia en una de sus cartas a Lagasca: “Yo de mi parte no omito de colectar, particularmente de la mar he recogido cosas muy preciosas, de lo que le participaré a su tiempo de todo. La semana pasada dormí en una cueva a tres leguas de aquí en las orillas de la mar, y a media noche por poco me anegué, por fin no fue más que mojarme un poco”.

La ictiología marina fue su principal especialidad zoológica, en particular durante la primera etapa, antes de que su vida entrara en una fase crítica. A esa materia se dedicó durante mucho tiempo y, según Willkomm, consiguió “describir algunas especies nuevas”. Sus aportaciones en novedades de peces costeros, permitieron la temprana publicación, en 1817, del folleto anónimo “Lista de los peces del mar de Andalucía”, tras las investigaciones previas fruto de la colaboración con el citado Cabrera.

La correspondencia conservada de éste, con Clemente y Lagasca, demuestra el interés y preparación de Haenseler en esa especialidad. En 1820 reconocía tener suficiente bibliografía relativa a peces, aves e incluso cuadrúpedos, pero sus conocimientos en entomología eran bastante limitados. Con el fraile agustino Muñoz Capilla, que había estado de misionero en Filipinas, mantenía correspondencia desde años atrás, le escribía, en 1817, describiendo sus colecciones naturalísticas y actividades, e interesándose por la malacología filipina y los peces fluviales de Córdoba: “Ahora sí le estimaré mucho algunas de esas conchitas que Usted dice que posee de las islas Filipinas. Tengo una porción de estos mares, así como insectos, y trabajo ahora con especialidad en la ichtiología malacitana, para lo que he formado ya también una especie de tratado elemental por si acaso en tiempos más felices se puede dar a la luz. Tengo ya dibujados al natural una gran porción, y aun rellenos o preparados. Por esto desearía me dijera Usted que casta de peces se hallan en ese río [Guadalquivir], aunque no sean más que los nombres vulgares, porque al fin puede ser que se forme la ichtiologia bética”. En junio el agustino le había enviado una relación con descripciones de peces locales, Haenseler le ayudaba en la identificación taxonómica y le recomendaba bibliografía.

En los años 1825 y 1826, Cabrera hace referencia en su correspondencia a las investigaciones sobre peces de Haenseler, realizadas en a costa malagueña y gaditana.

Lamentablemente Haenseler sufrió una grave crisis personal, motivada por el alcoholismo que le llevó al abandono de sus investigaciones ictiológicas, botánicas y químicas; se le agrió el carácter y terminó cerrando su establecimiento farmacéutico en la capital. La dependencia alcohólica de Haenseler había comenzado al menos desde Un problema que había comenzado al menos desde finales de 1821. Vino acompañada de una grave penuria económica que le había llevado a vender parte de su biblioteca. Suponemos que trasladó entonces su residencia a Estepona, donde permaneció “cerca de nueve años”, según Boissier, y fue regente en una farmacia. En esa etapa de declive se centró en el estudio y traducción de libros técnicos, que finalmente no pudo publicar por falta de medios. De su estancia durante más de ocho años en Estepona procede el descubrimiento en estas montañas de un cuadrúpedo nuevo para Europa, el meloncillo (Viverra ichneumon).

A finales de 1826 había recuperado el interés por la “ictiografía malacitana”, como hemos visto, y otras investigaciones naturalísticas, a juzgar por dos cartas que envió a Clemente, contestando a sus preguntas sobre diferentes cuestiones y resumiéndole sus estudios realizados en las comarcas de la Serranía de Ronda y de la Axarquía (Sierras de Tejeda y Almijara, actual parque natural). Comenta recientes hallazgos petrográficos, mineralógicos y botánicos en el sector occidental, junto con nuevas descripciones relativas a la sierra de Tejeda y cercanías de Nerja. Sobre la capital únicamente aporta una rápida valoración sobre las experiencias locales de aclimatación de la cochinilla y su compromiso en visitar a dos conocidos de su maestro. Por último, varias noticias sobre naturalistas extranjeros: menciona el hallazgo del esqueleto de un gran reptil en Alhaurín, avisa de la presencia de la Stapelia hirsuta en cabo de Gata y comenta los libros de Agardh y De Candolle, que les citan a él y a Lagasca.

Félix Hänseler elabora un breve informe sobre los resultados de su análisis preliminar de la sal de la Laguna de Fuente de Piedra unas notas sobre curiosos ensayos de germinación de semillas de algunas especies.

El profesor de botánica Edmond C. Boissier (1810-1885), llamado De Candolle, con quien mantenía correspondencia Haenseler, aconsejó al descubridor científico del pinsapo, que se pusiera en contacto con nuestro personaje en Málaga. En la colección de Haenseler vio por primera vez ramas secas de pinsapo, por lo que redoblo el interés que traía en ver e identificar ese extraño árbol existente en la Serranía de Ronda. En agradecimiento a la sinformaciones recibidas, Boissier dedicó a Haenseler en 1838 un género de plantas y varias especies. Ese mismo año divulgó, por primera vez, sus investigaciones sobre el pinsapo malagueño, en una conferencia impartida en la Sociedad de Física de Ginebra  el día 15 de febrero de1838), un resumen se publicó rápidamente (Description d’une nouvelle espèce du Sapin du midi d’Espagne), con dos reimpresiones como Notice Abies Pinsapo. En los primeros párrafos reconocía internacionalmente que le debía a Hänseler (es el único de sus “amigos de Málaga” que citaba dicho año) la primera información contundente sobre la existencia del pinsapo. Se extiende en su gratitud hacia los malagueños en los dos tomos de su posterior Voyage botanique dans le midi de l’Espagne pendant l’année 1837; en el prefacio, fechado en abril de 1845, amplia el reconocimiento a sus colegas Haenseler y Prolongo; minimiza sensiblemente la información recibida localmente sobre el pinsapo, aunque reconoce que Prolongo le envió a su regreso a Suiza más información y, finalmente, al describir el pinsapo y presentar las artísticas láminas que ilustran la obra, confiesa la imprescindible ayuda de ambos en el asunto pendiente de las flores masculinas y femeninas, asunto que resolvieron en 1838 los colaboradores malagueños, Haenseler y Prolongo.

González Bueno en 2010 menciona la colaboración de Haenseler enviándole al ginebrino observaciones termométricas del período 1836-183987, e identifica a un tercer eficaz ayudante local del suizo: el canónigo malagueño Salvador López “que herborizó, en el Desierto de las Nieves, en las cercanías de Yunquera, los materiales que permitieron a Boissier describir su Senecio lopezii”.

Los últimos años de herborizaciones intensas de Haenseler fueron 1838 y 1839, que realizó en solitario o acompañado por Prolongo. Durante los últimos años de su vida se centró, principalmente, en la composición de un voluminoso manuscrito: “Nueva análisis de las aguas de Carratraca e indicación sucinta geo-orictognóstica de sus cercanías y de su flórula”.

Sus últimas investigaciones fueron auspiciadas por el médico de aquellos baños hasta que, en 1840, fue destinado a los de Alhama, esa situación junto con el empeoramiento de la salud de Haenseler le obligó a clausurar su farmacia y regresara a la capital malagueña. Fue acogido en la casa de Prolongo y permaneció a su cuidado, hasta que por agravarse su enfermedad le ingresó en el Hospital de la Caridad, donde falleció el día 12 de agosto de 1841. Una información discordante con el correspondiente certificado de defunción, que indicaba que fue al día siguiente cuando murió de parálisis (“perlesía”), no dejó testamento y fue enterrado seguidamente en el Campo Santo.

Durante esa fase terminal de su vida donó a Prolongo sus libros, manuscritos y herbario, aunque no los tenía en su poder. Tras su muerte el heredero buscó toda esa documentación científica. Encontró el herbario, en un lamentable estado, en el palomar de la casa de un familiar del difunto. Solo se localizaron una pequeña parte de sus manuscritos y libros,  desgraciadamente se había perdido la correspondencia personal con sus colegas españoles y extranjeros. Entre sus escritos salvados se encontraban: un manual de estequiometría, sus dos análisis inéditos de las aguas medicinales de Carratraca y de las fuentes de la Hedionda, y algunos otros textos breves.

Bibliografía

ALCOBENDAS, Miguel (1986): Personajes en su historia. 2.ª ed., Ed. Arguval, Málaga

CUEVAS, Cristóbal (2002): Diccionarios de escritores de Málaga y su provincia.1.ª ed., Ed. Castalia Bibliografía, Madrid.

GARCÍA DE LA LEÑA, CECILIO. Disertación en recomendación y defensa del famoso vino malagueño Pero-Ximen y modo de formarlo. Reimpresión de la edición de Málaga, Luis de Carreras, 1792. Palabras preliminares de Modesto Laza Palacios.

http://cementeriosanmiguel.malaga.eu/

http://dbe.rah.es/biografias/

http://www.fortunecity.es/metal/canje/112/nabusimake6.html

LAZA  PALACIOS, Modesto (1936): Algunas observaciones geobotánicas en la Serranía de Ronda”. Boletín de la Sociedad Española de Historia Natural. Tomo XXXVI

LAZA PALACIOS (1946) Estudios sobre la flora y la vegetación de las Sierras de Tejeda y Almijara.

LAZA PALACIOS, M. 1946. Estudios sobre la flora y la vegetación de las sierras de Tejeda y la Almijara. Anal. Inst. Bot. A.J. Cavanilles, 6(2): 217-370.

LAZA PALACIOS, MODESTO. El laboratorio de Celestina. Málaga. 1958.

PÉREZ-RUBIN, Juan (2012): El naturalista y farmacéutico germano-español Felix Haenseler Jeger (1780-1841) en la Málaga de su época. Acta Botánica Malacitana 37. 141-162

RICO VÁZQUEZ, Carmen. Modesto Laza Palacios. Revista Gibralfaro nº 72 Mayo-Junio 2011

Naturalistas Históricos : Josep Cuatrecasas y Enric Gross

Andrés Rodríguez González Agosto 16th, 2014

Capítulo 6.- Dos catalanes en la Sierra de Las Nieves

Josep Cuatrecasas Arumí había nacido Camprodón, Gerona, en 1903 , murió en Washington, en 1996 donde vivía casado con una norteamericana y nacionalizado como estadounidense desde 1953.

Hijo de José Cuatrecasas Genis y de Carmen Arumí, obtuvo en Barcelona en 1923 una licenciatura en Farmacia, la carrera característica de los botánicos en aquella época. Sus maestros fueron Pio Font i Quer, Carlos Pau y Emilio Huguet del Villar y su influencia se deja notar en su tesis titulada Estudios sobre la flora y vegetación del Macizo de Mágina, leida en 1928. Una obra de extraordinaria solidez que revela una excepcional capacidad y originalidad.

En esos años viajó a Ginebra, estudiando Fitogeografía y Ecología con Chodat, y colaboró con Font i Quer en la edición de la revista Cavanillesia y del Butlletí de la Institució Catalana d’Història Natural, que fue la vanguardia de las ciencias de la naturaleza española, publicando también en el Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural. En 1931, con sólo 28 años, obtuvo la cátedra de Botánica Descriptiva de la Facultad de Farmacia en la Universidad Central de Madrid. Antes había sido profesor asistente de Botánica en esa universidad.

En 1932 fue comisionado para representar a los botánicos y al gobierno de España en la conmemoración del centenario de José Celestino Mutis, viajando a Colombia por primera vez. Impresionado por la diversidad de la flora colombiana, elige convertirla en el centro de sus investigaciones. Con el material recolectado se dirigió a Berlín, cuyo Jardín Botánico le ofrecía los medios necesarios para sus estudios. Allí se casó con su profesora de alemán, la checa Martha Maria Nowack, con la que tuvo tres hijos. Durante años viajó a Colombia en abril, regresando a Alemania en agosto con nuevo material, antes de empezar el curso en octubre. El resultado de sus investigaciones se plasmó en sus Observaciones geobotánicas en Colombia, que todavía es una obra de referencia.

Durante la Guerra Civil, Cuatrecasas ejerció el cargo de director del Jardín Botánico de Madrid, en el que se había venido responsabilizando de la sección de Flora Tropical. Rescató para su estudio los herbarios derivados de las expediciones históricas, como la de Sessé y Mociño, o las propias recolecciones de Mutis, derivándolas a especialistas transatlánticos cuando era necesario. Se ocupó de que las láminas de Mutis fueran evacuadas de Madrid a la vez que los fondos pictóricos del Prado. Sus publicaciones no solo permiten conocer la situación botánica de las zonas de estudio, también la estructura social de un momento convulso.

Al acabar la guerra civil, en 1939, Cuatrecasas, que se había jurado no volver a trabajar en España mientras mandara Franco, se vio forzado al exilio, eligiendo Colombia como destino. Allí coincide con otros exiliados ilustres como la familia Zulueta.

Cuando aún vivía consulté con el Dr. Julian de Zulueta en su residencia de Ronda y recuerda a Cuatrecasas como un hombre afable, preocupado por sus investigaciones , la situación española de la posguerra y habitual en las reuniones de exiliados en Colombia que se hacían en casa familiar de los Zulueta, también exiliados ya que, además de familia de Besteiro, su padre había sido ministro durante la República.

Desde su primera visita a Colombia había sido profesor de la Universidad Nacional de Bogotá. A partir de 1942 y hasta 1947 lo fue de la Facultad de Agronomía en Palmira (Valle del Cauca). La riquísima flora tropical encontró en su enorme vocación y capacidad de trabajo una ocasión única, que se saldó con la descripción de más de mil especies nuevas, no sólo de Colombia, sino de Ecuador, Venezuela, Costa Rica, Trinidad, Brasil, etc.

En 1947 se trasladó a Estados Unidos, donde estuvo vinculado, con diversos cargos y financiación siempre de la National Science Foundation, al Chicago Natural History Museum, primero, y a la Smithsonian Institution, después. En esta última trabajó, como investigador asociado, desde 1955 hasta 1977, y desde esa fecha hasta su muerte, como emérito. Su nombre aparece asociado además a la monumental Flora Neotropica, de la que fue director científico para plantas vasculares desde 1964 a 1971, presidiendo la organización entre 1972 y 1975.

En 1983 fue nombrado director honorario del Real Jardín Botánico de Madrid, pero a pesar de la simpatía declarada con que miraba a las generaciones científicas que sobrevivieron al franquismo, nunca quiso abandonar el trabajo que le absorbía desde hacía tantos años, especialmente la monografía sobre las Espeletiinae, unas plantas denominadas popularmente Frailejones, todavía sin terminar de editar por sus colaboradores.

Frailejones en Colombia

Recibió el reconocimiento por su obra en muy diversas formas, como la Cruz de Boyacá (Colombia, 1959) y en España la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil (1986) y, póstumamente, la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio (1995). Con su nombre la Smithsonian Institution creó un fondo (el José Cuatrecasas Botanical Fund) que financia proyectos de investigación y conferencias. Una medalla que lleva su nombre (José Cuatrecasas Medal for Excellence in Tropical Botany) premia cada año a un investigador que haya destacado en el estudio de la Botánica Tropical.

Legó su extensísima colección de tipos nomenclaturales al Real Jardín Botánico de Madrid, y su biblioteca al Instituto Botánico de Barcelona, una institución municipal de enorme solera, donación con la que quiso subrayar su condición de catalán que amaba su tierra.

En 1.930 del siglo pasado Josep Cuatrecasas, publicó un artículo titulado “Una vista al Pinsapar de la Sierra de La Nieve”, en el Butleti Institucío Catalana d´Historia Natural. En él se puede leer textualmente

“…Después de unas lomas entre 1.200 y 1.300 m de altitud y ya en la Sierra de La Nieve, encontramos en las consocietas (Comunidades vegetales de composición florística simple), casi tocando con la casita de Molina y choza, situadas junto a la fuente del Pinar. Aquí tiene Frasquito, el entusiasta guardador del pinsapar,  un reducido albergue que él mismo se ha construido para protegerse de las inclemencias de loa naturaleza durante el desempeño de su misión…”  “…Molina conocía muy bien a Gross a quien había acompañado años atrás en la búsqueda de Atropa baetica por estas sierras…”.

El texto nos da pie para nuestro segundo personaje, Enric Gross.

Al contrario que otros con los que trabajo,  Gross no ha sido reconocido como lo que es, un botánico de gran categoría del siglo XX. Un Científico fundamental en el desarrollo de la botánica española.

Había nacido en el seno de una familia de pastores en 1.864. Desde muy joven realizó gran cantidad de oficios como segador, carbonero, leñador. Hasta los 20 años no aprendio a leer ni a escribir. Poco después marchó a Cuba donde trabajo como jardinero y después como voluntario en los primeros experimentos contra la fiebre amarilla, siendo uno de los pocos voluntarios que sobrevivio. Regreso a Barcelona donde empezó a trabajar con el Naturalista y Oceonógrafo Odón de Buen. Fue contratado como ayudante de prácticas en su laboratorio de la Universidad de Barcelona.  En 1.906 pasa a trabajar en el laboratorio biológico marino de Porto Pi, en las Islas Baleares. En 1.912 es contratado por el Laboratorio de Málaga, allí aprende a recolectar plantas y se realciona con el botánico Carles Pau. Gross tenía 52 años cuando empezó a trabajar en el Museo de Ciencias Naturales de Barcelona.

En mayo de 1.917 es contratado por el gran botánico Pio Font i Quer con quien realiza 10 campañas de recogida de plantas de forma sistemática, con el estilo Font i Quer, en el mismo lugar donde fueron descritas. La confianza de su jefe en Gross era tal que Gross era quien realizaba las expediciones mientras Font i Quer se limitaba a organizarlas. Su reputación y conocimientos eran tan grandes que todas sus remesas y etiquetado se daba por bueno: “si Gross dice que ha encontrado una especie nueva, es una especie nueva” . Además tenía la capacidad de moverse con soltura por un país pesimamente comunicado. A lomos de mulas recorrió gran parte de la geografía española y del norte de Marruecos muestreando vegetales.  Igual que un siglo antes había hecho otro ilustre botánico Simón de Rojas Clemente y Rubio. En sus mulas llevaba las prensas y el papel para herborizar;  el material recopilado era enviado hasta Barcelona por ferrocarril y en esas mismas Estaciones, Font i Quer le detallaba por carta, las zonas y las especies a buscar por medio de breves descripciones y dibujos de las plantas.

En 1.922, Gross visita la “Sierra de La Nieve” según cita de Ibañez Cortina en Dos Document de Pius Font i Quer en Le Projecte de la Flora Hispanica.  Francisco Molina, popularmente conocido como Frasquito Molina, le acompañó en su búsqueda de la Atropa baetica, Tabaco Gordo, como cita Josep Cuatrecasas en su artículo sobre el Pinsapar del año 1930. Me inclino a pensar que la población de Tabaco Gordo que vieron debió ser la más cercana a la ubicación de la choza de Frasquito, la existente aún en los Hoyos de la Caridad.

Hacía 1931, y ya con 67 años, Gros no estaba para aquellos trotes. Cambió las expediciones por el jardín botánico del museo hasta que, tiempo después, decidió trasladarse a Calvià, en Mallorca. Allí se instaló en la misma época en la que la Guerra Civil pondría fin al proyecto del gran herbario. Murió, con una mínima pensión que entendía más de títulos que de valía y, según Font i Quer, «más pobre que una rata».

Bibliografía.

- CUATRECASAS, J. 1930. “Una vista al Pinsapar de la Sierra de La Nieve”, en el Butleti Institucío Catalana d´Historia Natural 2ª Serie 10: 65- 67.

- Diario EL MUNDO. 02/05/2.012. Gross, un espía entre la Flora.

- GONZÁLEZ BUENO, A. 1997 “Josep Cuatrecasas Arumí”, en Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural (Actas). Vol. 94. pp.73-65.

- www.mcmbiografias.com

- IBAÑEZ CORTINA, N.  2013. “Dos Document de Pius Font i Quer de la Le Projecte Flora Hispanica”.  Digital.CSIC

- TEIXIDÓ GÓMEZ, F. www.biologia-en-internet.com

Macpherson

Andrés Rodríguez González Septiembre 24th, 2008

Personajes y Naturalistas Históricos

José Macpherson y Hemas había nacido en Cádiz, el 15 de Junio de 1839, su padre Donald Macpherson llegó a Cádiz desde Escocia en 1814. En Cádiz se caso con Josefa Hemas Martí, de padre de origen valenciano, tuvieron 11 hijos de los que José hacia el último. A causa de la represión antiliberal la familia Macpherson se instala en Gibraltar en 1.821 o 1.822, allí nacieron siete de sus hermanos. Cuando la situación política mejoro para los liberales, Daniel (Donald) Macpherson regreso a Cádiz y fundó su propio negocio. Su madre murió a las dos semanas posiblemente por problemas del parto, su padre dos años después, el hijo primogénito, de nombre Daniel tuvo que  sacar a delante a sus muchos hermanos. Su hermana Catalina que entonces tenía 17 años actúo como una verdadera madre para nuestro protagonista. Parte de sus estudios, José, los realizó  en Gibraltar donde hubo de desplazarse cuando los movimientos políticos antiliberales le obligaban a ello. José estuvo especialmente relacionado toda la vida con sus hermanos Guillermo, nacido en Gibraltar en 1.824 y que era de tendencias liberales y evolucionistas que siempre tuvo una gran influencia sobre el geólogo y con Catalina, nacida un año antes que Guillermo también en Gibraltar. José no mostró nunca el menor interés por los negocios familiares, tanto es así que cuando su hermana Catalina se casa en Madrid con Diego Fernández Montañés en 1.855 le proporciona trabajo en los negocios de su marido llevándose, unos años después, a José vivir con ellos a Madrid; dos años después abandona el trabajo. José vuelve a Cádiz en plena crisis económica del 1.866. Es en esa época cuando se despierta su vocación geológica, sin duda influido por Domingo de Orueta y Aguirre, también por su hermano Guillermo que era cónsul británico en varias ciudades españolas entre ellas Sevilla, donde debió conocer a Antonio Machado (abuelo de los poetas).  En 1.869 se afilio a la masonería. Entre el año 1.869 y 1.871 viajó a Europa para estudiar diversas ciencias relacionadas con la Geología; la desahogada situación económica de la familia permitió a José hacerse un curriculum a su gusto, pudo, así, completar su formación en el extranjero donde estudio con los mejores especialistas de la época en geología de campo y en la teórica.
Hasta la revolución del año 1.868 no se dieron las condiciones de libertad ideológica y estabilidad política necesarias para el desarrrollo científico en España, el 1.871 se funda la Sociedad Española de Historia Natural (S.E.H.N.) en la que un año después Guillermo y José Macpherson entran a formar parte. Fruto de sus relaciones científicas con Antonio Machado y Núñez fue su primera publicación titulada “Método para determinar minerales” publicado en Sevilla en 1870. Tres años después publica en su ciudad natal el estudio “Bosquejo Geológico de la provincia de Cádiz” con un resumen en inglés que le permite una amplia difusión entre los especialistas extranjeros. Su proyección internacional y el reconocimiento de la comunidad científica fueron de desde ese momento un hecho indudable. Realizó interesantes publicaciones de carácter científico sobre petrográfica, geotécnica y paleogeografía en la Serranía y en otras regiones alejadas de ella que permitieron tener las primeras ideas de síntesis sobre la formación y constitución de la Península Ibérica.


En 1.874 recorrió la Serranía de Ronda acompañado de Domingo de Orueta y Aguirre y su hijo Domingo de Orueta y Duarte, que posteriormente seria alumno de José en la Institución Libre de Enseñanza (ILE).
Cuando en el año 1.875 es deportado Giner a Cádiz, José Macpherson inicia la colaboración con él. Se ejercen nuevas represiones ideológicas en la enseñanza y, como reacción a ellas, se crea la I.L.E.. Ese mismo año, en la S.E.H.N. presenta el trabajo “El origen peridótico de la Serpentia de la Serranía de Ronda” que al año siguiente es traducido al inglés. Sus inquietudes científicas no se limitan al campo de la Geología. Junto a su hermano Guillermo y a Machado fue un activo defensor de las ideas de Darwin y Haeckel, un personaje, este último, mas darwinista que el mismo Darwin y creador del término “ecología” tan de moda actualmente.
Entre 1.877 y 1.881 es la época más fecunda de Macpherson en cuanto a publicaciones y actividad investigadora. En 1.879, en uno de sus múltiples viajes por la geografía española conoce en Galicia a la escritora Emilia Pardo Bazán, con quien mantuvo excelentes relaciones el resto de su vida. Otro de los temas apasionantes para Macpherson fueron los terrenos arcaicos españoles, también destacó en los estudios de la química de los minerales, el matamorfismo y la formación de montañas En 1.879 colabora en al Comisión del Mapa Geológico, concretamente en la elaboración del mapa de la provincia de Sevilla.


En su actividad docente e investigadora, en 1.883, creo una casa laboratorio en la Castellana de Madrid donde se formaron gran cantidad de geólogos.
Otra de las grandes aficiones de José fue la fotografía, tanto la petrográfica como la paisajística. El 25 de diciembre de 1.884 ocurrió el hecho conocido como “El Terremoto de Andalucía” que causo 800 víctimas mortales. Macpherson participó en su estudio y organizó la misión francesa que se desplazo a Andalucía para su análisis.
En 1.901 publica un trabajo titulado “Ensayo de la Historia Evolutiva de la Península Ibérica”.
Sus métodos, enseñanzas y conocimientos le hacen ser considerado como uno de los padres de la moderna geología española. Y todo ello, sin tener nunca un título universitario ni dar clase en la Universidad, pero colaboró en la introducción de las técnicas de laboratorio en España y en el inicio de la petrográfia microscópica con la publicación en 1.870 del trabajo titulado  “Método para determinar minerales”. Además completó la estructura global del paisaje de Giner de los Ríos aportando la visión geológica del mismo y fue maestro de muchos maestros en el campo de la geología española además de contribuir didácticamente a los programas educativos de la Institución Libre de Enseñanza. Junto a Salvador Calderón, Francisco Quiroga y Domingo de Orueta y Duarte es considerado como pieza fundamental en la modernización de la geología española. Nunca fue un geólogo aficionado, era un científico que participó en Congresos Internacionales, publicó sus trabajos en varios idiomas y realizó excursiones científicas con los mejores especialistas en geología.
Un ejemplo claro de ello es un estudio ya clásico en la historia del conocimiento geológico de la Serranía titulado: “Memoria sobre la Estructura de la Serranía de Ronda” publicado en la Imprenta de la Revista Medica, Cádiz 1874; con la metodología descrita, explica la formación del Tajo de Ronda. Sus palabras son un modelo de que el rigor científico puede ser compatible con la fácil comprensión de la lectura por parte de neófitos en las ciencias geológicas; la belleza de la descripción y la comparación que podemos hacer con la realidad actual del Tajo y sus márgenes, nos hacen transcribir textualmente esta parte del estudio: “…Cuando por primera vez lo observé, creí contemplar restos de algún antiguo glaciar; pero lo gastado de los cantos en general, su evidente estratificación y los restos marinos que con frecuencia se encuentran, me hicieron cambiar de parecer y me inclino a creer sea más bien un deposito litoral en el fondo de aquella bahía en donde se acumulaban los detritus que de esa parte de la Serranía acarreaban los antiguos torrentes. Este deposito, gracias a los permeables elementos de que esta compuesto y a la gran cantidad de carbonato de cal que las aguas que descienden de esa sucesión de montañas calizas traen en disolución, se halla tan fuertemente cementado pos esa sustancia, que constituye en general una roca en extremo coherente, y a esta particularidad se debe, en mi juicio la esencial estructura del Tajo de Ronda.  Al salir el río Guadiaro del estrecho y salvaje desfiladero en que lo aprisionan las sierras de Parauta y de la Gialda (en la actualidad Hidalga), entra en los poco resistentes depósitos Numulíticos y Terciarios, por donde se abre un ancho y apacible lecho. De esta manera corre el río unos cuantos kilómetros, hasta que encontrando esa tenaz y resistente formación que recubre los depósitos terciarios, la socava quedando otra vez aprisionado entre las paredes verticales como al cortar la serie de calizas secundarias en la sierra de la Gialda. Así atraviesa la ciudad de Ronda, hasta que cortada toda esa formación, vuelve a penetrar en los deleznables depósitos Terciarios.             Al llegar por segunda vez a estos depósitos, de nuevo los desgasta con facilidad suma, destruyendo al mismo tiempo la parte que constituye la base del conglomerado superior. Socavados gradualmente sus cimientos, se desploma por falta de suspensión la coherente roca en espantosa ruina, dando al Tajo ese sorprendente aspecto que presenta cuando se le ve desde el valle.             Por un medio kilómetro viene el río encallejonado entre las verticales paredes de la angosta brecha que divide a la ciudad de Ronda en dos porciones. Esta brecha que tiene cerca de ochenta metros de profundidad termina de una forma un tanto brusca. De repente se encuentra el conglomerado cortado a pico y en lo mas profundo del valle aparece la formación Terciaria. El río salva esta colosal ruina de mas de cien metros de elevación en una serie de bellísimas cascadas, hasta que penetrando otra vez en los blandos depósitos Terciarios corre apacible por el ameno valle cubierto de árboles frutales que es el principal adorno de la ciudad de Ronda… “.
Como vemos, es mucho más simple que lo que nos han contado tantas veces con terremotos y otras fantasías, se trata de erosión pura y dura del río Guadalevín o Guadiaro, como le llama Macpherson, sobre materiales geológicos de diferente dureza.


Pabellón Macpherson, en la ILE

Las fotos que ilustran el texto han sido cedidas por el Colectivo Cultural Giner de Los Ríos, de Ronda.