Andrés Rodríguez González Septiembre 22nd, 2019
Baños de bosque (Shinrin-yoku para los japoneses) en el Pinsapar.
La ausencia de estrés y la presencia de la relajación son la base de la felicidad. Los Baños de Bosque son una técnica que nos enseña a volver a conectarnos con la Naturaleza y que está demostrado científicamente que produce beneficios físicos e espirituales sobre nuestra salud. En lugar de “desconectar” buscamos “reconectar”.
Según los estudios realizados por los japoneses, el shinrin-yoku potencia el sistema inmunitario al aumentar el número de las células NK, las células asesinas. Se sabe que a mayores niveles de urbanización existe mayor estrés. Las personas que viven en zonas con menos árboles presentan mayores niveles de estrés y también padecen índices de mortalidad más altos que las que viven donde hay una buena densidad de árboles. El bosque afecta a nuestros cinco sentidos reduciendo el estrés. El aire de bosque está lleno de “Fitoncidas”, que son los aceites naturales que los árboles segregan para protegerse de insectos, hongos y bacterias, su sistema de defensa beneficia al nuestro.
Mi experiencia personal a lo largo de los años en salidas a los bosques y campos es que al regresar noto y notan como mis sentidos se activan, mi espíritu y mi talante se alegran, regreso cargado de energía y con menor fatiga física. En mi búsqueda encontré que eso que yo sentía era, en realidad, los resultados de la práctica del Shinrin-yoku japonés.
La técnica es sencilla. Se basa en caminar muy despacio, tranquilamente, respirando; disfrutar con los cinco sentidos, olvidándose de los problemas cotidianos, de móviles y cámaras. También es recomendable en las paradas cerrar los ojos, ejercitar los “sentidos olvidados”: oído, olfato, tacto y gusto. Todo es cuestión de ejercitarlo. Es aconsejable lleva un pequeño cuaderno y un lápiz, en pocas líneas expresar como te sientes, que sensaciones percibes del exterior. Es necesario llevar agua, frutos secos, algo de comida y fruta.
Lo primero es Elegir el Bosque o zona donde se va a practicar. Hay personas que prefieren bosques maduros, yo prefiero para aprender bosques con grandes árboles como el Pinsapar, pero cualquier lugar tranquilo con naturaleza viva sirve para practicar, incluso parques y jardines de ciudad. Se hacen pequeñas rutas poco transitadas que sean diversas, de escasa dificultad física donde andamos entre tres y cinco km. Si es posible que sean circulares.
Lo segundo, practicar para conseguir el Despertar de los Sentidos. Se camina siempre lentamente y en silencio, respirando sin esfuerzo. Podemos detenernos junto a un árbol, tocar una piedra el tronco de una planta, apreciar la diferencia entre el haz y el envés de una hoja, acariciar una rama con suavidad, probar una hoja de una planta, simplemente quedarse quieto, oler los árboles y el suelo. Después los participantes se reúnen en círculo y, si lo desean, cierran los ojos, hacen técnicas de relajación personal. Se escuchan los sonidos, se olfatea, se siente el aire, el contacto de los pies con la tierra nos proporciona sensaciones desconocidas, se presta toda la atención a un detalle cualquiera, se escucha el viento deslizándose entre las ramas de los árboles, se busca un rastro de un ser vivo…
Lo tercero Aprender a Compartir con una puesta en común. Está demostrado que “Compartir” con los compañeros que practican en el grupo nos ayuda a todos. El altruismo genera la producción de Serotonina, la hormona de la felicidad. Compartir la comida y las experiencias sentidas ayuda al quien recibe y a quien da.
Lo cuarto sentir y comprender que el Bosque es un Ser Vivo. Para eso lo mejor es hacer un paseo de “Interpretación del Paisaje”. Solo se quiere y se protege aquello que se conoce. Y para conocer, querer y proteger lo mejor es insertarse hasta formar parte del paisaje.
El quinto punto es que al finalizar la actividad haces un resumen de cómo te vas, que has aprendido y que sensaciones han logrado percibir. Es para ti, es personal, compáralo con las notas que tomaste al principio.
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