Lechuza

Andrés Rodríguez González Septiembre 19th, 2008

Lechuza  (Tyto alba)
Es una rapaz nocturna de tamaño mediano  que se reconoce con facilidad debido a su color blanco, a su cara en forma de corazón y a su vuelo rápido y silencioso. A diferencia de otras especies no tiene “orejas”. Sus ojos son de color negro y el pico, poco visible, de color marfil. Las extremidades inferiores son largas y poseen los tarsos emplumados. Las uñas son de color oscuro. Aunque en el campo las partes ventrales son aparentemente blancas, en realidad la coloración de los individuos varía desde el blanco puro hasta el color grisaceo moteado. Estas diferencias pueden deberse a la edad, al sexo y a la subespecie a la que pertenece.


La Lechuza Común es una especie de espacios abiertos. Llanos, campos de cultivo y barbechos, son sus áreas de campeo.  Para descansar y criar elige agujeros amplios, bien sean naturales o creados por el hombre. Así, podemos encontrarla en grietas y oquedades de barrancos y roquedos, a veces en agujeros de árboles y muy frecuentemente en iglesias, casas viejas y graneros.
Es una especie muy ligada a las zonas humanizadas pues en éstas contienen oquedades cercanas a áreas abiertas provistas de abundantes presas como los ratones. La Lechuza Común puede encontrarse en toda la península Ibérica, así como en las islas. Los ejemplares reproductores ibéricos se comportan de modo sedentario y se suponen pertenecientes a Tyto alba alba (de color general blanco y levemente moteados). Durante los inviernos más duros, se unen a nuestra población ejemplares procedentes del norte de Europa pertenecientes a la subespecie guttata (más oscura y con grandes motas en las partes ventrales).
La imposibilidad para adjudicar una subespecie a muchos ejemplares debido a su coloración intermedia, así como la existencia de pollos extremadamente oscuros en puestas de progenitores claros hacen pensar en la existencia de  hibridación entre ambas subespecies.


Es una especie que mantiene un territorio fijo durante todo el año. El tamaño de dicho territorio depende de la cantidad de sitios de descanso y de la disponibilidad de presas. La mayoría de los adultos permanecen emparejados en invierno.
Tiene dos fases de actividad, la primera poco después de la puesta de sol, y la otra antes del amanecer. La caza la realizan desde algún posadero o bien mediante  vuelos bajos por su territorio. La mayoría de las presas las consigue en el suelo. A menudo siguen rutas regulares, por los límites de los bosques, riberas, setos entre cultivos y franjas de vegetación entre cultivos donde encuentran la mayor densidad de roedores. Su vuelo es completamente silencioso.
Su alimentación se basa principalmente en topillos y ratones, puede complementar su dieta con pequeñas aves. Puede especializarse en otras presas si son abundantes, por ejemplo ranas o gorriones que capturan en dormideros nocturnos.
La puesta la hacen más por la disponibilidad de presas que por el momento del año, casi siempre se realiza sobre una capa de egagrópilas hacia los meses de marzo-abril, llevándose a cabo a veces una segunda y tercera puesta más tarde. Ésta consta de 4 a 7 huevos blancos elípticos, puestos con intervalos de 2 o 3 días, que sólo incuba la hembra y lo hace desde el primer huevo. Los huevos eclosionan a los 32-34 días, y los pollos estarán recubiertos de un primer plumón los primeros 15 días, siendo sustituido por otro más largo. A esta edad ya tragan las presas enteras y a los 50-60 días están completamente desarrollados.
Dado que existe una diferencia de edad de 2-3 días entre los pollos, el canibalismo entre hermanos es frecuente si la comida escasea.
Quizás debido a que son animales que habitan la noche son muchas las supersticiones que existen sobre las rapaces nocturnas. El Buho real (Bubo buho) y la Lechuza común (Tyto alba) son las dos especies sobre las que más fantasias se han creado, dependiendo siempre de la zona geográfica y de las diferentes culturas.
A la lechuza se la ha relacionado con la noche, el frío, la muerte y la videncia en el Antiguo Egipto. En el simbolismo cristiano se consideraba que era una animal con temor a la luz y, por lo tanto, podía actuar como emisaría o agente del diablo. Para los ermitaños era símbolo de soledad. En la cultura popular, por su canto, se la relacionaba con historias de fantasmas.
Afortunadamente, ya no se les ve como animales malignos, sino como una especie que elimina gran cantidad de ratones y, por lo tanto, es importante su conservación.


Las fotos que ilustran el texto son de Juan Tebar. Ver muchas más en www.juantebar.com.

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