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FAUNA DE LA SERRANIA DE RONDA Gavilán común

Andrés Rodríguez González Septiembre 27th, 2017

FAUNA DE LA SERRANIA DE RONDA
Gavilán común (Accipiter nisus)

Orden Falconiformes; familia Accipitridae
Es una de las más pequeñas rapaces que viven en la Serranía. Su longitud es de 28 a 37 cm. Envergadura de 60 a 77 cm.
El macho tiene partes superiores color pizarra oscura e inferiores ondeadas de color pardo-rojizo; la hembra, más grande, partes superiores parduscas, inferiores ondeadas de pardo oscuro y lista superciliar blanca. Esta pequeña rapaz presenta un acusado dimorfismo sexual invertido, por el cual las hembras resultan ostensiblemente más corpulentas que los machos; además, entre ambos sexos existen marcadas diferencias en cuanto al diseño del plumaje. El macho adulto tiene las partes superiores y el píleo de un color grisáceo bastante intenso, en tanto que las inferiores son pálidas con un fino barrado transversal y un tono rojizo que puede ser muy notorio, principalmente en las mejillas y los flancos; sobre el ojo luce una leve línea blanca a modo de ceja. Las patas son amarillas y con los largos tarsos sin emplumar. La hembra, mucho más pesada y robusta, posee un patrón de coloración dominado por los tonos pardogrisáceos en el dorso y el píleo, con las regiones inferiores blanquecinas,
muy finamente barradas de pardo; la ceja es más grande y evidente que en su compañero. El plumaje de los jóvenes presenta las partes superiores parduzcas, con las plumas orladas de ante, y las inferiores blanquecinas y toscamente barradas de pardo rojizo. Ojos amarillos.
Vive en zonas boscosas donde se ha especializado en la captura de pequeñas aves, algunas tan diminutas como reyezuelos o páridos. Para acceder a unas presas tan escurridizas, esta rapaz ha adquirido algunas adaptaciones para facilitar su movilidad en las intrincadas espesuras de los bosques, como la posesión de alas cortas y redondeadas y una cola particularmente larga, que le otorgan gran capacidad de maniobra y de aceleración.
El gavilán se basa en el ataque por sorpresa como técnica de caza. Vuela rápido y silencioso entre la espesura del bosque y, de repente, se lanza hacia arriba para caer sobre un solitario pájaro de pequeño tamaño o un grupo de ellos, atrapa a la víctima y sigue su vuelo hasta posarse en uno de sus «desplumaderos» con su presa y reclamando a su compañera que posiblemente estará incubando, para alimentarla, con un ronco y rechinante «qui-qui-qui-qui». El macho caza en solitario. Si la presa escapa que no es lo frecuente, la rapaz raramente intenta otro ataque. Suele comer gorriones, estorninos, otros pajarillos, ocasionalmente topillos, ratones y gazapos; insectos.
Las principales víctimas del gavilán macho son los pájaros pequeños, pero la hembra, de mayor tamaño, ocasionalmente mata aves tan grandes como una paloma. Los gavilanes también comen pollos de aves de caza, por ello han sufrido una persecución a gran escala por los cazadores, hasta que se les dio protección legal.
El nido lo construyen de ramas, en árbol, frecuentemente sólo por la hembra, forrado con ramitas delgadas; pone, en mayo, de 4 a 6 huevos blancos con tinte azul y manchas pardo-rojizas; incubación, de unos 35 días, sólo por la hembra; los pollos, alimentados por ambos padres, dejan el nido tras unos 30 días.
Es muy silencioso, en ocasiones emite un kiu-kiu-kiu-kiu.
Es probable que el Gavilán Común haya padecido también las consecuencias de los pesticidas agrícolas. De cualquier manera, es una de las rapaces cuyo número ha descendido más en España, seguramente debido a la persecución de que fué objeto.
Las fotos, extraordinarias son de Gonzalo Astete que las ha cedido para esta ocasión.

Bibliografía
http://www.pajaricos.es

Paisaje de tarde de verano en jardín.

Andrés Rodríguez González Julio 19th, 2017

Paisaje de tarde de verano en jardín
Paisaje es vida, actividad, cambios y también muerte.

Los nervios eran evidentes en el albaricoquero del vecino que sirve de sombra a mis gallinas. Las currucas que pasan parte del día esperando a que maduren las moras para comerlas de cena, no han parado durante la tarde de chasquear con su sonido de alarma que abulta más que el volumen del pequeño pájaro.
Los gorriones en un continuo ir y venir de un árbol a otro, desde el membrillo al albaricoque, desde al azufaifo al pinsapo y al olivar vecino. En medio de sonidos de alarma continuos y pequeños vuelos aparentemente sin rumbo que provocaban que otros gorriones se sumaran a la actividad frenética.
Las tórtolas turcas, animales simples y tontorrones (al menos para mí) vigilaban de lejos encaramadas en la parte más alta del ciprés.
Y los abejarucos, que habitualmente a estas horas utilizan las zonas a la sombra para capturar insectos voladores y las abejas que regresan a sus colmenas, vuelan más altos que días pasados.
Hasta las gallinas, cacareaban sin poner huevos y se mostraban nerviosas e irritadas.
Mientras, el pinsapo aparentemente ajeno a lo que está pasando el jardín, ¿Hace la señal de victoria con dos piñas? No, simplemente han crecido así por capricho. Y los caprichosos colores de los gladiolos afloran a sus pies ignorantes de que el pinsapo no quiere adornos.

En la Naturaleza nada ocurre por capricho, todo tiene su por qué. En este caso, después de permanecer un largo rato bajo las ramas del albaricoque, descubrí las razones del nerviosismo general. Una culebra de escalera de pequeño tamaño se movía lenta pero decidida entre las ramas buscando algún pollo de gorrión despistado para engullirlo.
Al contrario puede ocurrir en la especie humana, que no todo tiene que tener un por qué, a veces se hacen cosas por capricho, sin que tengan una justificación clara.
Preguntaban al director de cine Carlos Saura sobre las razones psicológicas de la presencia de “patas de gallo” en la nevera de su película “CRÍA CUERVOS” cuando la estrenó. Los periodistas, quizás influidos por la moda de la psicología argentina, entonces muy valorada, trataban de indagar en traumas de la infancia del director, en sus represiones sexuales y hasta en posibles instintos agresivos. Recuerdo la respuesta cortante, escueta y malhumorada de Carlos Saura ante el bombardeo psicológico de los periodistas:
-    He puesto las patas de gallo en la nevera por que recordaba que en mi niñez siempre teníamos algunas en casa para hacer caldos. Ah y porqué me da la gana.
¿Será una característica de los humanos tener que sacar conclusiones de todo? ¿Ó es que eso nos hace más inteligentes a nuestros propios ojos? ¿Ó es que somos así de complicados?.