Aguila Culebrera
Andrés Rodríguez González Septiembre 19th, 2008
Águila culebrera
Es una rapaz grande que alcanza una envergadura alar máxima de 180 cm. La gran cabeza, en la que destacan sus grandes ojos amarillos, recuerda algo a las lechuzas. Las alas son largas y anchas. La cola es relativamente larga y recta. Vuelos batidos lentos y profundos. Para cazar se cierne con las patas colgando. Existen ejemplares de coloración variada, desde muy blancas a muy oscuras. En vuelo llaman la atención sus partes inferiores claras. Las oscuras puntas de las alas se destacan netamente de la cara inferior de las alas. Sólo a corta distancia se aprecia el azul pizarra de los pies y del pico.
Su área de distribución es muy amplia, en teoría por toda Europa; en dirección sur termina en el norte de África; hacia el este, en cambio, se extiende hasta muy adentradas las estepas asiáticas, bastante más allá de la India. El águila culebrera precisa de campiñas abiertas y soleadas, con árboles diseminados o monte bajo. En la Europa central fue abundante en época medieval, sus tierras llenas de pastizales y con pocos árboles le eran propicias, pero la aparición de los abonos químicos, la desaparición de los reptiles, los museos de coleccionismo y la sustracción de sus huevos fueron la causa de su extinción casi total.
Se distribuye por toda la Península Ibérica, aunque resulta menos común en el litoral cantábrico y en las extensas llanuras cultivadas de las dos Mesetas. Las culebreras son aves estrictamente migratorias, que pasan los inviernos en las sabanas próximas al ecuador, donde son nativas. Nos abandona en septiembre y vuelve entre marzo y abril para criar. Un escaso número de individuos invernan en el sur peninsular.
En la época de celo el macho hace oír su voz, que suena como un lamento en el territorio de su nido y ejecuta repetidos vuelos en picado.
El nido lo suelen disponer en árboles bajos, en nuestra zona encinas y, más raramente, pinos, en regiones sin árboles o sobre los arbustos que crecen en las grietas de las paredes de rocas escarpadas. Lo construyen ellas mismas. Algunas veces se acomodan en uno de otras aves, que suele resultar pequeño para las grandes dimensiones del águila culebrera.
La hembra incuba en mayo y junio, durante aproximadamente 35 a 40 días, un único huevo blanco, cuya longitud supera los 70 m y, frente a cualquier emergencia, se mantiene casi siempre sobre el nido.
El polluelo permanece entre 60 y 80 días en el nido, siendo abrigado al principio todavía por su madre, mientras el padre procura traer alimento para ambos.
Los jóvenes son de una tonalidad de color mucho más pálida que los adultos, y presentan una cabeza temporalmente casi blanca.
El águila culebrera se alimenta sobre todo de serpientes. Además, según las oportunidades, come lagartos, ranas, aves que viven en el suelo, caracoles o insectos. Las jóvenes águilas, ya en temprana edad, puede devorar serpientes que pesan mucho más que ellas. La parte de serpiente no deglutida le cuelga del pico durante largo tiempo, siendo igualmente engullida, una vez que la digestión va progresando. Las águilas culebreras se atreven con serpientes de hasta dos metros de longitud, a cuyo alrededor bailotean dando aletazos, de tal manera que la serpiente no encuentra refugio posible frente a los picotazos posiblemente mortales del águila. Después, el águila la agarra por la nuca y la lucha llega a su fin. Normalmente, las águilas vencedoras emprenden el vuelo con la serpiente balanceándose pendiente de su pico, para devorarla en la copa de algún árbol. Si la serpiente es pequeña, se la tragan en vuelo.
La foto que ilustra el texto es de Juan Tebar. Ver en www.juantebar.com.
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