Evolución historica de los pinsapos de la Serranía de Ronda (y IV)

Andrés Rodríguez González Febrero 10th, 2008

Autores Andrés Rodríguez, Ana Ayora y Manuel Aviles.

Publicado en Javega en 1992.

Evolución histórica del pinsapar


La escasa extensión que ocupan los pinsapos, unas 2.400 Has. (consideradas ampliamente), el riesgo de incendios forestales en las zonas donde habitan, su valor ornamental y, sobre todo, el hecho de que la Serranía de Ronda en sentido amplio, incluyendo la Sierra de Grazalema, sea el área geográfica por la que se extienden, hacen que el pinsapo sea una especie digna de las mayores medidas de protección.
Actualmente las tres masas de Andalucía se encuentran en diferente grado de conservación. Los pinsapos de Grazalema y la Sierra de las Nieves están en expansión desde hace unos 40 años, habiendo aumentado su superficie, según los cálculos más optimistas, en 1.800 Has. En la Sierra de las Nieves están en expansión en las zonas de Tolox, Yunquera y la Nava de San Luis, mientras que en los montes propios de Ronda están estabilizados sobre terrenos fuertemente erosionados. En los Reales de Genalguacil el bosque está estable, dividido en tres manchas pequeñas, una en cada uno de los términos de Genalguacil, Casares y Estepona. Los enemigos naturales del pinsapo son las condiciones meteorológicas adversas, como las sequías prolongadas que impiden la germinación abundante, así como un hongo que afecta a las raíces y un insecto perforador de las yemas (Dioryctria mendicella), que es especialmente peligroso para los abetos cuando éstos están debilitados por la sequía.
Se conocen abundantes referencias a la evolución del pinsapar en los tiempos más recientes, desde la segunda mitad del siglo XIX hasta la actualidad. Por ellos conocemos que el pinsapar atravesó una situación caótica que lo llevó al borde de la extinción desde finales del siglo pasado hasta aproximadamente 1950.
Se tiene constancia documental que en el año 1833 existía un guarda en la Sierra de las Nieves, pero sus funciones debían de ser más que de preservar los pinsapos, vigilar que los concesionarios de las explotaciones de la nieve, el esparto y los pastos de la Sierra cumplieran correctamente los contratos. Existe en el Archivo Municipal de Ronda documentación al respecto. Por ejemplo en 1835 el arrendamiento de los pastos y la explotación de la nieve fue contratada en mil quinientos reales de vellón anuales a pagar al municipio. Fue a raíz de la visita de Boissier en 1837 y sobre todo con la descripción del pinsapo como nueva especie en 1838, cuando comienzan las primeras iniciativas a favor de la conservación de los pinsapos así como las primeras denuncias sobre el lamentable estado en que se encontraban. Unos de los primeros en formular estas denuncias fue Antonio Laynez, que calculó para la Sierra de las Nieves, 26.000 los ejemplares existentes, casi todos viejos y con poca regeneración, por lo que se mostraba pesimista respecto a su futuro; citaba como problemas principales los incendios y los explotadores de pozos de nieve, llamados neveros, que desmochaban los pinsapos. Cada árbol según Laynez valía unos 30 reales, pero se sacaban pocos por las dificultades de comunicación, sólo se usaban en algunas fábricas de hierro situadas en las proximidades. Diez años más tarde, el gran botánico Laguna denunciaba la falta de medidas de protección del pinsapar y la ausencia de árboles jóvenes a causa de los presión ganadera. Según este autor los rodales de pinsapos menos malos podían reunir de 10-12 ejemplares. La mayoría estaban aislados, es digno de mencionar la cita que Laguna hace de un Tejo, situado en la Cañada del Cuerno, gigantesco, con una circunferencia de tronco de cinco metros veinticinco cm. al que se le calculaba una edad de 700 años. Cuando en 1933 Caballos y Vicioso visitan la zona, comentan que este ejemplar había desaparecido hacía pocos años. Quizá un pequeño Tejo que existe actualmente en esta zona sea un heredero del gigante citado por Laguna.
Por este autor conocemos que los pinsapares de Grazalema y Sierra Bermeja estaban en una situación tan dramática como el de Ronda. También propuso medidas de protección para los quejigos de montaña situados por encima del pinsapar, en el Cerro de las Plazoletas, próximos al punto culminante de la Serranía, e Torrecilla, de 1.919 metros.
Importante efecto negativo sobre el Pinsapar tuvo también el desarrollo del cultivo de la vid. En muchas zonas, la roturación de terrenos desplazó el pinsapar. La aparición de la filoxera en 1878 y la consiguiente destrucción de los cultivos de vid permitió la regeneración del pinsapar en ciertas zonas sobre todo en los bosques de Yunquera. El pinsapar de Grazalema también atravesaba una situación de grave deterioro y todo ello a pesar de que la madera de pinsapo es de mala calidad. Quizás por esa causa, según Juan Gavala y Laborda (1917), esta especie haya sobrevivido, a pesar de la explotación irracional de que ha sido objeto. Este autor comenta que fueron cortados por un explotador de montes 15.000 pinsapos que por las dificultades de transporte nunca llegaron a salir del pinsapar. Años más tarde, en 1 930, Ceballos y M. Martín Bolaños realizan un llamamiento para la protección del pinsapar. Estos mismos autores, son los que al estudiar las hojas de los pinsapos de Ronda, Yunquera y Sierra Bermeja no encuentran diferencias, contrariamente a lo expresado por otros autores. También en este mismo año, conocemos por el botánico catalán Cuatrecases, que elementos culturales de la ciudad de Málaga solicitan que el Pinsapar de Ronda sea declarado Parque Nacional.
Existen llamamientos a favor de la conservación de pinsa¬pos y quejigos de montaña en el extranjero, como la formulada por Ducamp y Barbey.
Beneficioso para el pinsapar fue que los últimos neveros que actuaban en Ronda y Yunquera dejaron de hacerlo hacia 1931. El trabajo del nevero consistía en recoger nieve, aplastarla en pozos hasta convertirla en hielo, que tapado con aulagas y tierra aguantaba hasta la primavera. Entonces a lomos de mulos y por la noche, lo llevaban hasta sitios tan distantes como Olvera y Málaga. Ceballos y Vicioso en su detallado estudio de la vegetación de la Provincia de Máaga de 1933 no olvidan comentar la triste situación del pinsapar, las zonas donde han desaparecido y muestran su escepticismo respecto a la conservación de lo que queda, dado la negativa actuación del hombre al respecto, con acciones como incendios y pastoreo abusivo. Poco después, en 1935, Laza Palacios comenta los estragos causados por los rebaños del Cortijo de la Nava sobre los Pinsapos, además de los destrozos brutales de leñadores y carboneros. El pinsapo joven, cuando es ramoneado por las cabras, desarrolla una mata espinosa, semiesférica y pinchuda, que con los años llega a extenderse sobre una superficie considerable. Así el ganado no puede acercarse y el pinsapo es capaz de desarrollar una buena guía terminal y dar lugar a una árbol esbelto.
La disminución de la ganadería y las primeras medidas de protección que se llevaron a cabo sobre el pinsapar de Grazalema, contribuyeron a que la expansión del pinsapar sea una realidad. Afortunadamente a esas primeras medidas proteccionistas han seguido otras en el pinsapar de la Sierra de las Nieves y los Reales de Genalguacil. El problema más importante al que se enfrenta en la actualidad e pinsapar son los incendios forestales, algunos de enorme magnitud como los ocurridos en Sierra Bermeja en 1971, que duró 14 días y asoló aquella Sierra, dejándola seriamente dañada, o el ocurrido en Yunquera en 1979 que quemó dieciocho mil pinsapos. El último incendio de magnitud tuvo lugar entre los días 7 y 1 2 de Agosto de 1991. Afectó principalmente a los pinares que circundan el pinsapar, perdiéndose algunos ejemplares de los mismos. En la actualidad se está realizando el seguimiento de la evolución de la zona incendiada, estudiándose los efectos que ha causado esta catástrofe ecológica. Parece que se está produciendo una positiva regeneración del pinsapar en los aledaños de la zona siniestrada, pero habrá que esperar unos cuantos años para ver cómo responde la Naturaleza a las irresponsabilidades humanas.

 

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