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Efemerides: 888 años del nacimiento de Averroes

Andrés Rodríguez González Abril 14th, 2014

Efemerides: 888 años del nacimiento de Averroes

Averroes, de nombre árabe Abu-l Walid Muhammad ibn Rusd, nació en Córdoba, en 1126, murió en  Marrakech, 1198. Esta considerado el mayor filósofo del mundo hispanoárabe. Su padre había sido cadí de Córdoba durante cierto tiempo; su abuelo, del que había heredado el nombre, había desempeñado ese cargo,  fue consejero de varios soberanos y príncipes. Averroes continuó la tradición jurídica de la familia y alcanzó, siendo muy joven, fama de gran jurisconsulto, apoyada en el libro Punto de partida del jurista supremo y de llegada del jurista medio.

Estudió teología y literatura. También fue un gran médico. Y no solo eso, estudió astronomía en el Almagesto, del que hizo un compendio, y filosofía en la que se inicio con el filósofo hispanoárabe Avempace, muerto en 1139. Conoció todo el saber de su tiempo, y a lo largo de su vida no dejó de profundizar, con nuevas lecturas, también con reflexiones y observaciones directas. Uno de sus biógrafos dice de él que desde la edad de la razón hasta su muerte no cesó de estudiar, salvo el día de su boda y el de la muerte de su padre.

El primer califa almohade ‘Abd al-Mumin (1130-1163) le confió varias misiones; su sucesor Yusuf (1163-1184) lo tuvo en gran estima. El soberano era entendido en filosofía y planteó problemas de esta disciplina a Averroes cuando le fue presentado, en ese momento, Averroes se mostró reticente, porque conocía los riesgos de profesar la filosofía en un ambiente que tendía a identificarla con la herejía; pero cuando vio que el mismo califa planteaba un tema arriesgado, ya no vaciló y conquistó con su doctrina el ánimo de su interlocutor, quien le regaló una gran suma, un suntuoso abrigo de pieles y una bella cabalgadura. Lo nombró además médico de corte y le confió, en España y en Marruecos, una serie de misiones que culminaron en 1182 con el nombramiento de cadí de los cadíes de Córdoba.

Bajo el reinado del sucesor de Yusuf, Yaqub al-Mansur (1184-1199), continuaron los honores; pero en 1195, el califa, cediendo a las presiones de los clérigos islamistas, que veían en las ciencias profanas, y sobre todo en la filosofía, un peligro para la religión, publicó un decreto contra los cultivadores de estas disciplinas y desterró a Averroes en Lucena. Antes tuvo que sufrir al ver cómo se quemaban sus obras en la plaza pública y de verse expulsado de la mezquita por los fanáticos. Tres años después, en 1198, el califa revocó sus edictos y volvió a llamar junto a sí a Averroes, que murió pocos meses después en Marrakesh.

La filosofía de Averroes

Averroes fue conocido en Occidente como “el Comentador” por haber traducido y divulgado las obras de Aristóteles. De entre sus numerosas obras, destacan precisamente los Comentarios a Aristóteles, de los cuales existen el Comentario mayor (1180); el Medio, en el que explica el conjunto de los textos, y el Pequeño comentario o paráfrasis (1169-78), que resumía su significado general. También comentó La república de Platón.

Entre las grandes inquietudes de Averroes destacó la de delimitar las relaciones entre filosofía y religión. Para Averroes, la religión verdadera se encuentra en la revelación contenida en los libros sagrados hebreos, cristianos y musulmanes. Pero libros como el Corán, aun siendo base de la religión verdadera, están dirigidos a todos los hombres, y no todos tienen la misma capacidad de comprensión. La verdad auténtica sólo la alcanzan los filósofos, que basan sus conocimientos en demostraciones rigurosas y absolutamente lógicas. Es obligación de los filósofos descubrir, más allá del sentido literal del libro sagrado, la idea oculta bajo las imágenes y los símbolos.

Así, el Corán ofrece una religión natural, de acuerdo con las enseñanzas de la experiencia común, y capaz de ser entendida por la mayoría de la gente que no va más allá de la imaginación en su forma de entender. En este contexto se ubican las dos pruebas sobre la existencia de Dios propuestas en el Corán.

Primera: el mundo no puede deberse al azar, sino que es obra de un creador, porque todo él está adaptado y ordenado para mantener la vida del hombre, de los animales y de las plantas. Todo lo que existe está orientado al servicio del hombre. La segunda: la admirable disposición y coordinación de todas las cosas entre sí exige un creador. Esto constituye la religión natural a la cual podrían haber llegado los hombres a través de las cosas sensibles, con la sola fuerza de su razón, aunque con mucho trabajo, después de largo tiempo y con riesgo de muchos errores.

Pero el Corán ofrece también otras doctrinas reveladas, y su originalidad respecto a otros libros sagrados consiste en que ha expuesto los tres principios esenciales de toda religión en un lenguaje asequible a todos los hombres; es decir, en el nivel de la imaginación. Esos tres principios son: la creencia en Dios creador del mundo, la creencia en la existencia de los ángeles y en la misión de los profetas, y la creencia en la vida del más allá con el premio o castigo correspondiente a cada uno. Esta enseñanza se dirige a todos los hombres. Pero a los filósofos y científicos no les ofrece ideas concretas, sino “sugerencias” en torno a una realidad suprasensible que deben desarrollar.

Bibliografia

www.biografiasyvidas.com/biografia/a/averroes