Vida y Muerte en el Pinsapar

Andrés Rodríguez González Abril 30th, 2016

Vida y Muerte en el Pinsapar
Cuando se instala la primavera, los piñones de pinsapo del año anterior se despiertan después de permanecer el duro invierno entre la nieve o el suelo helado del bosque de pinsapos.
Es el momento de la germinación, el piñón ha perdido su ala membranosa que le permitió desplazarse desde las altas piñas femeninas ayudado por los frecuentes vientos de otoño, hasta el suelo, donde, después de permanecer todo el invierno, dará un nuevo pinsapo a la vida.
Momento delicado ya que cualquier rumiante, insecto fitófago o roedor puede eliminarlo. Muchos piñones caen al azar en lugares donde es imposible que germinen, en una roca pelada, en un camino pisoteado, en una laguna helada. Otros caen en suelo fertilizado por las acículas de  los pinsapos y protegidos por alguno de los muchos matorrales espinosos que viven en la sierra, éstos tendrán más suerte y pueden vivir después de la germinación, protegidos del diente de la cabra, por las espinas del matorral hasta alcanzar una altura suficiente que los aleje de los rumiantes. Algunos, como los que vemos en la fotografía obtenida en la Sierra de Las Nieves, caen en grietas de troncos de pinsapos muertos y en descomposición. Van a utilizar los restos de sus antepasados para crecer y desarrollarse, muchos morirán ya que los recursos alimenticios no son suficientes, pero intentan vivir allí donde la vida (el azar, el destino, el viento… o lo que fuere) dispuso.

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