Paco Marin, genio.

Andrés Rodríguez González Agosto 24th, 2013

Paco Marin, genio.

¡Qué difícil es expresar con palabras los sentimientos puros¡.

Cuando hace unos años la Muerte vino a tantear a Paco y no le pudo convencer para que la acompañara, escribí un artículo en aquellas horas de difícil negociación sabiendo que Paco se quedaría en el mundo de los vivos.

Escribir entonces, fue fácil, bastó dejar que los recuerdos fluyeran desde mis inicios en la enseñanza rondeña, recién llegado al Martín Rivero, cuando me hablaron de un profesor en el nocturno del Pérez de Guzmán que enseñaba a sus alumnos en el aula con material elaborado por él y en el exterior, con material fabricado por la vida o las estrellas. Ponerme a aprender como si fuera un alumno suyo más fue lo primero; aceptarme él, proporcionarme sus mapas, sus dibujos, sus apuntes, sus charlas, su tiempo… simplemente a cambio de mi interés fue su respuesta, confiada e inmediata a mis continuas preguntas. Desde entonces, en el Bar Cazadores, en mi casa, en alguna de sus varias casas-museo-almacén (de las que llegó a tener tres a la vez), hasta llegar a la relación de vecino para todo de los últimos años, han pasado más de veinticinco años. En ellos no he dejado de aprender de él, de comprenderle, de admirarle. De quererle en definitiva, como solo se quiere cuando se hace sin interés, sin esperar nada, sin recibir nada, sin dar nada. Quizás esa sea la diferencia entre la especie humana y el resto de los seres vivos. Quizás eso sea el verdadero amor.

Ahora me he preguntado como la Muerte pudo vencerle si conservaba sus ilusiones prácticamente intactas, si había vuelto a pintar, a caligrafíar con su preciosa letra, a seguir recopilando, ahora en sistema informático, sus cientos de miles de dibujos, si de nuevo estaba ordenando (una vez más) sus cajas de material de todo tipo. Hace unos meses, en Marzo, la Muerte dio otro paseo por la vida de Paco, volvió a tantear sobre como llevárselo y supo entonces que intelectualmente no podría matarlo nunca, pero, esa gran máquina perfecta que es el corazón,  en este caso el corazón de Paco, estaba muy tocado. Aliada con los años, la Muerte supo que era una cuestión de tiempo esperar que la máquina perfecta deje de serlo, entonces, de un zarpazo nos arrebato el cuerpo de Paco, a pesar de que había vuelto a ilusionarse con una exposición que andaba montando para otoño en el Jardín Botánico de la Concepción de Málaga.

Ahora, no es fácil escribir sobre Francisco Marín Bustamante, “Paco Marín”. Escribir sobre sus genialidades en tantas facetas del Arte como practicó, sobre su concepto de la vida, sus enseñanzas, su sensibilidad, sus virtudes o sus defectos (no sobre maldades que Paco sencillamente no tenía), carece ahora de sentido puesto que todo el mundo que se relacionaba con Paco las conocía. La historia de la Serranía de Ronda y de la Bilogía española le pondrá en un pedestal destacado.

Los que tuvimos la suerte de coincidir en el espacio y en el tiempo con él seguiremos queriendo su recuerdo, pero a algunos como a mí, siento que me toca insistir en que ese recuerdo no se pierda, para ello voy a llamar a las puertas de personas e instituciones hasta conseguir preservar para el futuro su legado, simplemente para que Paco siga vivo.

Paco Marín amaba la vida, que su recuerdo siga vivo.

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