Carta en El Mundo recordando a Alastair Boyd

Andrés Rodríguez González Diciembre 6th, 2012

Recuerdo  a Mr. Boyd

Un recuerdo muy entrañable a nuestro queridísimo Alastair Boyd, que luchó por defender nuestra Serranía hasta el fin de sus días plantando cara a poderosos enemigos que le acecharon sin escrúpulos. Siempre estaremos en deuda con él. José Manuel Dorado de la Editorial La Serranía

AQUEL VALIENTE ESCOCES

Por Berta González de Vega

Diario El Mundo, viernes 23/11/2012

Ahora que el ladrillo languidece, no parece amenazante, más allá de esos esqueletos tétricos que acabarán vendidos a precio de saldo o, como pasó en Irlanda, sucumban a las excavadoras. Es difícil pensar que hubo unos años en los que nos iban alicatando el monte, plantando bloques entre la jara, adosando caminos perfumados de tomillo. Lejos de todo, cerca de nada, destrozando un paisaje. Un lustro o más en el que supuestos planes de negocio sustentaban los cimientos por hacer de urbanizaciones de superlujo que tuvieron nombres de señoríos, de marquesados, de árboles o de fincas de toda la vida. Una de ellas iba a ser Los Merinos, destinada no se sabía muy bien a quién, a unos muy ricos con niños para los colegios de élite que se iban a construir ahí arriba, cerca de Ronda, entre encinas y alcornoques, con caballos y campo de golf. Pero entonces, cuando se apostaba en la ruleta rusa de todo al ladrillo, hubo quien no lo vio claro, mentes que se fueron al principio de las cosas, al agua, y no veían allí un caldo de cultivo suficiente para cambiar dehesa por urbanización.

Entre los que cogieron la bandera de la sensatez del suelo y la levantaron estuvo el Ayuntamiento de Cuevas del Becerro, que pudo prometer riqueza de temporada, sueldos de infarto por peonadas de cemento, acabar con el paro desde un andamio que acabaría quitado, pero, no, no lo hizo. Se fue a los tribunales, lentos e incoherentes. Y ha sido allí, en el TSJA, donde finalmente se ha anulado un plan que pudo dibujarse porque hay urbanistas que van de buen rollo sostenible dependiendo del postor que mejor les pague. Fueron vecinos de Cuevas del Becerro los que marcharon hacia la finca a decir que ellos no se quedaban sin agua para abastecer los caprichos de millonarios que llegarían con el mayordomo puesto.

En aquella marcha estaba sir Alistair Boyd, lord escocés de mofletes encendidos, que vivió los últimos años de su vida atemorizado ante la posibilidad de tener que pagar lo que le pedían los promotores de Los Merinos por haber invadido la finca en aquella ocasión, mayor, con espíritu de guerrero escocés. Hasta la casa del padrastro de Martin Amis me llevó un día Juan Terroba, uno de los tres juanes del ecologismo andaluz, junto a Juan Romero y Juan Clavero, dedicados a Ronda, Cádiz y Huelva. Terroba nunca se rindió y se negaba a tragarse los tejemanejes que tan bien describió Alejandra Gómez Céspedes en el libro que publicó con sus investigaciones sobre el proyecto en el Instituto de Criminología de la Universidad de Málaga. Tampoco tragó Ignacio Trillo, entonces delegado de Medio Ambiente de la Junta.

Es de justicia honrar a los valientes y, en el caso de Alistair Boyd, a los muertos que ya no están íntegros pero que lo fueron y así permanecen en el recuerdo de los lectores de sus libros sobre recorridos a caballo por la sierra de Ronda. Pero no ha sido la Justicia la que ha parado a Los Merinos. Tampoco la labor de estos rebeldes con causa. Ha sido la crisis. Así de claro. Esa crisis que nos debería hacer reflexionar sobre esa burbuja que explotó pero dejó de recuerdo paisajes destrozados. Pero no, no está sirviendo. Ahí acecha Tarifa. Más allá Barbate. Y todavía hay muchos soñadores que se ven subidos en un andamio. Nunca vivieron tan bien. Nunca la caída fue tan dura. O sí. Esas encinas y alcornoques han visto a este país caerse más veces. Allí estarán cuando se levante. Esperemos.

Para acompañar esta carta se incluye la portada del libro que la Editorial La Serranía publicó sobre los viajes del valiente escoces.

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